Editorial

El valor de decir “No”

En medio del torbellino de noticias marcadas por traiciones, emboscadas y puñaladas por la espalda, se produjo un hecho que pasó casi desapercibido, pero que merece atención y reflexión...

Editorial | | 2025-04-09 00:10:00

En medio del torbellino de noticias marcadas por traiciones, emboscadas y puñaladas por la espalda, se produjo un hecho que pasó casi desapercibido, pero que merece atención y reflexión. Nos referimos a la respuesta del expresidente Eduardo Rodríguez Veltzé al cocalero Evo Morales, quien lo invitó a ser su acompañante de fórmula en las próximas elecciones generales bajo la nueva sigla “Evo Pueblo”.

Rodríguez Veltzé, una de las escasas figuras políticas del país que conserva una credibilidad auténtica y cuya palabra goza de un notable peso moral y racional, rechazó tajantemente la propuesta. Su “no” fue claro, firme, y para muchos, impensable hace algunos años.

Durante largo tiempo, nadie parecía resistirse al embrujo del "emperador del Chapare". Incluso figuras de alta estima como la periodista Ana María Romero de Campero, símbolo de integridad para muchos, terminó cediendo ante el influjo del masismo, aceptando presidir el Senado bajo el estandarte del “proceso de cambio”. El ilustre Juan del Granado, con su entorno de intelectuales, además de periodistas, escritores, líderes religiosos y otros referentes de la oposición, también terminaron alineados con el entonces todopoderoso Evo Morales. Todos, sin excepción, bajaron la cabeza ante el rey Midas de Orinoca, cuando éste los convocó a formar parte del circo político montado en torno a la demanda marítima ante la Corte de La Haya.

De entre todos los que, directa o indirectamente, colaboraron con el proyecto político del MAS —que ha devastado al país—, son muy pocos los que han mostrado un verdadero arrepentimiento. Algunos incluso intentan hoy posicionarse como salvadores de Bolivia, olvidando su rol en la construcción y consolidación del régimen.

Andrónico Rodrìguez lo ha dicho, tanto Evo Morales como Luis Arce son culpables del actual desastre y por supuesto, lo son todos los que contribuyeron a prolongar ilegalmente el mandato del MAS, a que se fortalezca, que logre la impunidad y, lo peor de todo, que recupere el poder después de que el pueblo boliviano lo corrió en el 2019.

Hoy enfrentamos el peligro real de que estos mismos actores —veteranos de la política, eternos candidatos, expertos en transacciones oscuras, maestros del camaleonismo— vuelvan a ser los arquitectos de la continuidad de la dictadura. Personas que nunca ganaron una elección legítimamente, pero que han sabido vivir del poder, moviéndose con soltura entre traiciones y componendas, incluso contra la voluntad popular.

No se puede descartar, incluso, que mañana veamos a Luis Arce y Evo Morales juntos nuevamente, levantándole las manos a Andrónico Rodríguez, poniendo a su disposición toda la maquinaria estatal, el aparato del fraude y la estructura partidaria y delictiva del oficialismo, con el objetivo de perpetuarse en el poder una vez más.

La oposición parece percatarse de todo menos de que estamos ante uno de los desafíos más críticos de la historia de Bolivia, el momento clave para decidir si recuperamos la democracia o nos condenamos a la peor de las dictaduras. Ojalá que despierten y, junto con el pueblo, tengan la lucidez de decir nuevamente “No”.