Cuando la oposición se disfraza de alternativa y el MAS se rompe a gritos... pero sigue con el poder en las manos, nos genera una diversidad de preguntas:
¿Tuto se desmarca?
¿Samuel rompió el pacto de confidencialidad?
¿El bloque de "unidad" ya tiene su Judas?
¿Y realmente ese bloque es la salvación frente al Socialismo del Siglo XXI?
Bien, si estos políticos del bloque de unidad tanto aman las encuestas, ¿al menos saben interpretarlas? Vamos por partes para ir aclarando ciertos aspectos.
La novela de Tuto y el “bloque” tiene un ingrediente que nadie sabe, y está relacionado con qué acuerdos se firmaron en la trastienda del bloque de unidad. Pero lo que sí se sabe es que las acusaciones vuelan: que si Samuel filtró preguntas de la encuesta, que si Tuto rompió la palabra dada, que si las fechas fueron cambiadas con “maña” para inflar la imagen de cierto candidato empresarial... etc.
Si es cierto lo de la filtración, Tuto tendría razones para enojarse. Si no, estaría actuando como un político clásico: primero el ego, luego el país. Como siempre. Pero el verdadero punto es: ¿y si esta “unidad” no era más que una selfie temporal entre viejos conocidos de la izquierda moderada y conversos de ocasión?
Y es aquí que nos cuestionamos haciéndonos la siguiente pregunta: ¿unidad para sacar al MAS? ¿Con esos zurdos? Porque si somos fríos, la supuesta salvación democrática que se presenta como “bloque de unidad” está más cerca de una reunión de egresados del Foro de São Paulo que de una alianza de centro-derecha real. Miremos a sus integrantes:
● Carlos Mesa: experto en desaparecer cuando más se lo necesita y socialista declarado.
● Samuel Doria Medina: el eterno candidato sin victoria y vicepresidente de la Internacional Socialista.
● Carlos Borth y Vicente Cuéllar: progresistas disfrazados de neutrales, ambos ex miristas.
● Y el “apoyo” de Luis Fernando Camacho, cada vez más desdibujado, guiado por Walter Chávez, experto en hundir proyectos políticos con aroma a comunismo.
¿De verdad alguien cree que con este elenco se va a enfrentar al MAS? ¿O es solo otro intento de repartirse los cargos si suena la campana?
Pero vamos a las encuestas, ese juguete nuevo de esta casta política, que ahora toda Bolivia reclama. Vamos con los números. Se publicaron tres encuestas en la misma semana, y los resultados dejan poco espacio a dudas… o a triunfalismos:
Red Uno:
● Samuel: 17%
● Tuto: 16%
● Manfred: 13%
● Chi: 11%
(Margen de error: ±2,3%)
Claure (sí, el "solidario sin intereses"):
● Samuel: 16%
● Tuto: 15%
● Chi: 13%
● Manfred: 11%
(Margen de error: ±1,4%)
El Bunker (encuesta digital con 300 mil participantes):
● Tuto: 27%
● Manfred: 26%
● Samuel: 25%
● Chi: 14%
Donde Red Uno y Claure muestran un empate técnico. Nadie despega. El “empresario moderno” (Samuel) quiere parecer racional. Tuto resiste como el político de la vieja guardia. Manfred sigue sin ser figura nacional. Y Chi... bueno, tiene arrastre, pero le falta kilometraje.
La encuesta de El Bunker, aunque digital y menos científica, tiene un gran impacto narrativo: pone a los tres primeros en un photo finish brutal. ¿Truco digital? ¿Apoyo real? No importa: marca tendencia y genera discurso. Y eso pesa en política.
Del otro lado, esos corruptos masistas están rotos, pero con recursos. Mientras la oposición juega a ver quién es el más bonito en las encuestas, el MAS entra en su propia guerra civil, así de claro:
● Evo Morales: sigue teniendo el Trópico, sindicatos y narrativa. Pero cada vez más desprestigiado, con causas judiciales y cero apoyos urbanos.
● Luis Arce: tiene el Estado en la mano, pero ni carisma ni base propia.
● Andrónico Rodríguez: el comodín del sistema, con aura de renovación, pero aún a la sombra de Evo.
Con este panorama, la posibilidad de candidaturas paralelas es altísima. Evo ya se lanzó. Arce podría montar su plan B con Andrónico. Resultado: el MAS parte su voto... pero no desaparece. Aún tienen estructuras, movilización y recursos. Aunque pierdan fuerza, siguen siendo el rival más organizado.
Y para colmo, el milagro económico ya no existe. Solo quedan el contrabando, el narco, la corrupción y la inflación. El “modelo” ya no ilusiona ni al más fanático. ¿Entonces, está fuerte el MAS? Podríamos afirmar que tiene piso. Pero no tiene techo.
Y es ahora cuando nos hacemos la pregunta: ¿la división opositora nos salva o nos condena? Y podríamos respondernos, como lo viene haciendo mucha gente, que, si cada uno va por su lado, teóricamente podrían reagruparse en segunda vuelta. Pero hay un pequeño detalle: la historia boliviana.
Para aquellos que no conocen ni se acuerdan del 2005, 2009, 2014, 2019… cuando todos juraban unidad y al final terminaban cruzándose puñales en vivo. La historia nos dice que la unidad en Bolivia suele durar lo que es un compromiso entre políticos sin ideología.
Y mientras ellos se dividen, el MAS los estudia, los infiltra, los manipula. Son expertos en dinamitar acuerdos y sembrar traiciones. Lo han hecho antes. Lo harán de nuevo.
Porque cuando la "unidad" está llena de izquierdistas reciclados, egos desbordados y ambiciones disfrazadas de democracia, no es unidad... es el MAS con corbata nueva. Y Bolivia no necesita más disfraces, necesita valor y coherencia.
Entramos al año electoral… y como siempre, los desafíos son grandes, pero ninguno tan absurdo como seguir creyendo en los cuentos chinos que nos venden los socialistas disfrazados de salvadores. Ni la China se los cree ya.