En su libro La Rebelión de las Masas (1927), José Ortega y Gasset analiza cómo la sociedad moderna ha dado paso al "hombre-masa", un individuo que disfruta de los avances de la civilización sin reparar en los esfuerzos que fueron necesarios para que ésta viera la luz.” Ese hombre pierde de vista de donde se genera todo. Según Ortega y Gasset, este "hombre-masa" es caracterizado por una falta de conocimiento sobre el origen de los bienes que recibe, lo que lo convierte en una figura fácilmente manipulable. Esta ignorancia, combinada con el poder de los medios tecnológicos, hace que la manipulación de masas nunca haya sido tan sencilla.
Ortega también describe al "hombre-masa" como una persona que carece de la capacidad de generar ideas propias, y en cambio, se limita a aceptar las ideas que se le presentan sin cuestionarlas. El problema radica en que este individuo no es consciente de cómo esas ideas llegan a su mente, lo que lo hace vulnerable a la manipulación. La manipulación, según Ortega, se hace más fácil precisamente porque el "hombre-masa" no tiene las herramientas intelectuales para reconocer cuando está siendo influenciado. Esto se traduce en una sociedad donde las personas siguen ciegamente las tendencias, ya sea en política, arte o usos sociales, sin cuestionar su validez o procedencia. Por lo mismo, “más que nunca triunfa la retórica.” Esta puede ser la base social de una batalla cultural, siendo “el triunfo de la retórica” su más elocuente desenlace.
Esta "retórica" se ha convertido en una herramienta poderosa para manipular a las masas. Hoy en día, la retórica se amplifica a través de los medios de comunicación, especialmente las redes sociales, lo que hace que el mensaje llegue de manera más rápida y efectiva a una audiencia masiva. El impacto de esta retórica se ve reflejado en fenómenos como la proliferación de "noticias falsas" y la manipulación de la opinión pública. En este sentido, la masificación de la información a través de los medios de comunicación representaría un gran desafío para la sociedad, ya que permitiría que ideas distorsionadas se propagaran rápidamente.
Según estudios recientes, alrededor del 50% del tráfico en internet proviene de bots, y más del 30% de estos bots se dedican a generar noticias en redes sociales. Este fenómeno, junto con el uso de inteligencia artificial como Chat GPT, ha hecho que las personas se vuelvan más perezosas a la hora de verificar la información. Ahora, muchas veces, la gente se limita a aceptar como verdad lo que aparece en sus feeds de noticias, sin preocuparse por la fuente o por la veracidad de la información.
Esta falta de discernimiento es un problema grave, ya que hace que las personas naveguen por internet sin cuestionar lo que encuentran, confiando ciegamente en lo que se les presenta. La masificación de la información ha hecho que muchos actúen sin pensar, reforzando su lealtad a ideas y grupos políticos sin comprender verdaderamente los hechos.
Un experimento famoso que ilustra cómo las personas pueden ser influenciadas por la opinión mayoritaria es el estudio realizado por Solomon Asch en la década de 1950. En este experimento, a los participantes se les mostraba tres líneas y se les pedía que indicaran cuál era la más similar a una cuarta línea en términos de longitud. Aunque había una línea claramente idéntica a la cuarta, la mayoría de los participantes, influenciados por la respuesta equivocada de los demás, terminaban eligiendo la opción incorrecta. Solo un 25% de los participantes se mantenían firmes en su propia percepción.
Este fenómeno sigue siendo relevante hoy en día. En el caso de Bolivia, el presidente Evo Morales y otros líderes políticos han repetido ciertas afirmaciones sobre la situación del país, como que la escasez de combustible se resolvería o que Bolivia está en proceso de industrialización. A pesar de la falta de evidencia o de los hechos que contradicen estas afirmaciones, un gran número de personas las acepta sin cuestionarlas.
Otro ejemplo reciente se observa en EE.UU. Según una encuesta de The Economist, la retórica persistente del Presidente Trump ha cambiado la percepción de los republicanos sobre sus aliados internacionales. Por ejemplo, el porcentaje de republicanos que considera a la Unión Europea como algo perjudicial para EE.UU. ha aumentado del 17% al 29%, mientras que la percepción de Canadá como un país hostil también ha crecido de 12% a 27%. Otro ejemplo, según el periódico Wall Street Journal: “Estados Unidos ahora le cobrará un arancel del 46% a sus exportaciones. Sin embargo, el arancel promedio simple de Vietnam es del 9,4%, y su arancel promedio ponderado es del 5,1%, según datos de la OMC. Los datos, los hechos, la realidad, son negadas. ¿Cómo, entonces, se entenderá la gente y los países?
Este fenómeno de manipulación se ve acentuado por el miedo al aislamiento social. Muchas personas prefieren alinearse con la mayoría, aunque no estén de acuerdo con ella, para evitar el costo social de ser vistas como fuera de lugar. Esto se refleja en cómo muchas personas aceptan las opiniones populares y las comparten sin reflexionar, ya sea por conveniencia social o por una falta de disposición a cuestionar lo que se les presenta.
La paradoja en la que nos encontramos es que, mientras la sociedad se acusa mutuamente de pensar de manera errónea, la capacidad de pensar de forma racional y basada en hechos parece estar perdiendo terreno frente a la polarización y la manipulación mediática. La izquierda y la derecha se acusan de usar noticias falsas y teorías conspirativas, mientras que la sensatez y la capacidad de analizar la realidad con base en hechos objetivos parecen ser una rareza en un mundo dominado por la retórica.
Así, la reflexión de Ortega sobre la falta de conciencia del "hombre-masa" y su vulnerabilidad a la manipulación sigue siendo relevante en un mundo donde las redes sociales y los medios de comunicación juegan un papel cada vez más determinante en la formación de opiniones y en la construcción de la realidad social. No sé dónde ha quedado lo sensato, tener ideas innovadoras en base a hechos factuales.