
Conducir un vehículo es una responsabilidad enorme. No se trata solo de trasladarnos de un lugar a otro, sino de hacerlo con la conciencia de que llevamos nuestra vida y, muchas veces, la de otros, en nuestras manos. Cada vez que alguien se sienta frente al volante, debe recordar que hay personas que lo esperan en casa: una familia, amigos, seres queridos que confían en que volverá sano y salvo.
Por eso, es fundamental no manejar si se ha consumido alcohol. El alcohol disminuye la capacidad de reacción, afecta el juicio y aumenta el riesgo de cometer errores graves. Si se planea beber, lo responsable es no conducir. Siempre hay alternativas: un taxi, un conductor designado o, simplemente, esperar hasta estar en condiciones de manejar.
De igual forma, no se debe conducir bajo los efectos de drogas o medicamentos que alteren la conciencia. Estas sustancias pueden provocar somnolencia, desorientación o incluso alucinaciones. Al volante, cualquier distracción o reacción tardía puede tener consecuencias fatales.
Es esencial estar atentos todo el tiempo. La fatiga, la distracción o el exceso de confianza son enemigos silenciosos en la carretera. El uso del celular mientras se maneja es una de las causas más frecuentes de accidentes. Ningún mensaje ni llamada es más importante que la vida. Esperar unos minutos para contestar puede evitar una tragedia.
También es importante respetar los límites de velocidad. La prisa, muchas veces, nos hace tomar decisiones que ponen en riesgo nuestra seguridad y la de los demás. Es mejor llegar un poco tarde que no llegar. La velocidad no solo incrementa las posibilidades de un accidente, sino que agrava sus consecuencias.
Conducir con responsabilidad no es solo una obligación legal: es un acto de respeto por uno mismo y por los demás. Es pensar en quienes nos quieren, en quienes dependen de nosotros, en quienes esperan ese abrazo al final del día. Cada decisión que tomamos al volante puede tener un impacto profundo.
Por eso, al salir, vale la pena preguntarse: ¿Estoy en condiciones de manejar? ¿Estoy atento? ¿Puedo garantizar que volveré seguro a casa? La vida es frágil, y cuidarla está en nuestras manos. Conduzcamos siempre con prudencia, por nosotros y por quienes amamos.
Aníbal Romero Sandoval - Médico