Tuve la oportunidad de ver “Blancanieves” ya exhibida dentro y fuera de las salas de cine de los Estados Unidos. Estaba enterado que previo a su exposición al público, el largometraje había recibido críticas demoledoras. No solo porque la intérprete que representa a la protagonista no es de piel blanca como la nieve (en concordancia con el cuento original), la belleza física de la reina en esta ocasión sí supera a la de la princesa, además de que la figura masculina no es un príncipe, sino un bandido, o por múltiples argumentos que separan a la aclamada y premiada cinta animada de 1937 de la versión del 2025.
Mi deseo de mirar la obra respondió más a mi curiosidad por descifrar ¿cuáles eran los motivos reales que llevaban a gran cantidad de creadores de contenido, a instituciones o personajes de influencia en la opinión pública a reprobarla? Considero que hay más razones que las diferencias en las adaptaciones, los posibles problemas de efectos especiales, los desempeños de la actrices o actores, la inclusión forzada o pare usted de contar.
Al comienzo del filme se describe un reino de armonía y felicidad con gente que se ayuda en fraternidad, antes del ascenso al poder de la malvada contrafigura. En el discurso que se maneja en la trama se observa bastante reiteración sobre el bienestar colectivo o del “pueblo”, la importancia de operar en equipo, la necesidad de rebelarse contra los opresores, la tierra es de quien la trabaja, así como otra serie de conceptos y valores que simplemente pasarían por “marxistas”. Evidentemente, son opuestos a los fundamentos y prácticas “neoliberales” donde el libre mercado, el individualismo y consumismo son exacerbados dando prioridad al “tener” sobre el “ser”, generando un choque de visiones del mundo.
No se trata de que el “capitalismo” sea mejor que el “socialismo” o viceversa. Al ser creaciones humanas ambos paradigmas adolecen de defectos, deficiencias, además de contradicciones. Ya nos advirtió un autor: “en uno se da la explotación del hombre por el hombre mientras que en el otro sucede todo lo contrario”.
Lo que aspiro destacar es que no basta decir que es una película con “ideología woke” o de “despertar” en español para que se califique de buena o mala. Ya que este último término se ha vuelto multívoco y de connotaciones positivas o negativas de acuerdo al contexto o ente social que lo utilice. Según la BBC News Mundo …mientras que para algunos es tener conciencia social y racial, y cuestionar los paradigmas y las normas opresoras impuestas históricamente por la sociedad, para otros describe a hipócritas que se creen moralmente superiores y quieren imponer sus ideas progresistas sobre el resto… (https://www.bbc.com/mundo/noticias-63465024).
La exhortación a aquellos que participan de la polémica es a no dejarse arrastrar por lo que se declara sin un conocimiento cierto acerca de lo que se habla. Esta edición puede gustar o no, parecer una aberración o un ingenioso producto e incluso algo que circula sin pena ni gloria. Lo nunca conveniente es adoptar juicios basados en las opiniones o críticas de los demás sin constatarlo nosotros y sin haber experimentado una decepción verídica o una afectación de cualquier naturaleza. Siempre que sea viable, lo adecuado es ir a la fuente y no moldear las ideas tomando únicamente como base las apreciaciones de terceros. Se corre así el riesgo de caer en un error que terminará por perjudicar la credibilidad o reputación del que procede con tal ligereza.
Los comentarios de numerosas personas destilando odio sin saber exactamente qué censuran o por qué le guardan rencor, da mucho que pensar. Hay expresiones como: “…es una porquería por lo que no la vi…”, “…mi familia la vio y me la contó por lo que la detesto…”.
A lo largo de la historia se han forjado tristes ejemplos de individuos o grupos atacados solo porque se desconocía a ciencia cierta lo que eran. Al final, somos responsables de nuestras conductas y si causamos algún daño, impulsados por criterios de otros, tendremos que afrontar las consecuencias o secuelas.