Hoy, en esta entrega, hablaré sobre la “gracia” de Dios como elemento esencial para vencer la tentación y/o el vicio, así sea el más arraigado. Según la Iglesia Católica, la gracia es un don gratuito de Dios por el cual Él nos hace partícipes de su vida divina y nos capacita para obrar por su amor. Es la fuerza amorosa de Dios actuando en nosotros, transformándonos y capacitándonos para vivir una vida de fe, esperanza y caridad, en comunión con Él. Es el motor de nuestra santificación y el motor de nuestra vida cristiana. Sin la gracia, somos incapaces de alcanzar la plenitud a la que Dios nos llama. Según San León Magno: "La gracia inefable de Cristo nos ha dado bienes mejores que los que nos quitó la envidia del demonio" (Sermones, 73,4: PL 54, 396).
1 Corintios 10,13: "No les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no les dejará ser tentados más de lo que puedan resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que puedan soportar". Este versículo bíblico es un recordatorio de que Dios siempre proporciona los medios para superar la tentación. El Catecismo de la Iglesia Católica habla de la gracia como un auxilio de Dios para hacer el bien (CEC 420, 421).
La gracia como ayuda divina: La gracia no anula el libre albedrío, lo fortalece. Permite a las personas elegir el bien con mayor facilidad y resistir las fuerzas del mal. «A través de toda la historia del hombre se extiende una dura batalla contra los poderes de las tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el último día, según dice el Señor. Inserto en esta lucha, el hombre debe combatir continuamente para adherirse al bien, y no sin grandes trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en sí mismo (GS 37,2).
La gracia es un arma para vencer la tentación. Podemos encontrarla y fortalecerla en, y, a través de la oración, y los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Reconciliación: "La tentación no es un pecado, pero nos lleva al pecado, nos invita al pecado. Es una invitación, una seducción", con esta afirmación, el Papa Francisco subraya que la tentación es una realidad constante y que debemos estar vigilantes. La gracia divina actúa como una energía que nos permite superar las pruebas y tentaciones que enfrentamos, guiándonos hacia el bien y alejándonos del pecado. Jesús mismo enseñó a sus discípulos a orar: "y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal" (Mateo 6,13).
San Pablo nos dice en 2 Corintios 12, 9: «Pero Él me dijo: "Te basta mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad"». Esto nos recuerda que, en nuestras debilidades, la gracia de Dios se manifiesta con mayor fuerza. Así, al estar abiertos a recibir la gracia, podemos luchar contra las tentaciones con confianza y esperanza.
La oración y los sacramentos son medios a través de los cuales recibimos gracia. Al orar y participar en la Eucaristía, fortalecemos nuestra relación con Dios y recibimos el apoyo necesario para resistir las tentaciones. La vigilancia y el discernimiento son necesarios para reconocer y resistir las tentaciones: "Dios te invita a preferir un bien más grande, pero el diablo te atrae hacia un mal más pequeño, para que caigas en el vacío" (San Agustín). Esto resalta la importancia de discernir las tentaciones y elegir el bien mayor
El Papa Francisco, al hablar del tema de la gracia, para vencer la tentación nos dejó las siguientes afirmaciones:
1. La Iglesia Católica ofrece un camino de esperanza y fortaleza a través de la gracia divina, permitiendo a los fieles enfrentar las tentaciones con confianza en la ayuda de Dios.
2. Y cuando rezamos el Padre Nuestro pedimos la gracia de no caer en tentación, que nos proteja para no resbalar en la tentación». Por tanto la primera arma es la «oración»
3. Jesús va al desierto a prepararse para su misión en el mundo. Él no necesita conversión, pero, como hombre, debe pasar por esta prueba, tanto para sí mismo, para obedecer la voluntad del Padre, como para nosotros, para darnos la gracia de vencer la tentación. Esta preparación consiste en luchar contra el espíritu del mal, es decir, contra el demonio.
Además de lo dicho por el Papa Francisco, podemos añadir que gracia y sabiduría son dos dones que podemos pedir a diario y que Dios se complace en darlo a sus seguidores. Dios con nosotros