
Una paliza histórica. En apenas 64 minutos, Jannik Sinner barrió de la pista a Casper Ruud con un demoledor 6-0 y 6-1, y selló su pase a las semifinales del Masters 1000 de Roma. No fue una exhibición cualquiera ni un partido intrascendente: fue en el majestuoso Campo Centrale del Foro Itálico, ante 10.500 espectadores, con dos figuras del top ten en juego y un billete a la antesala de la final en disputa.
No hubo lesión, accidente ni excusa. Solo la sublimación del tenis del actual número uno del mundo, que mostró una versión casi perfecta tras casi tres meses de inactividad por lesión. Lejos de oxidarse, Sinner ha vuelto más afilado que nunca: más preciso, más decidido, más imponente.
Con apenas 23 años, el italiano rozó la perfección. Por momentos, la alcanzó, y lo hizo frente al número 7 del mundo, doble finalista de Roland Garros y reciente campeón en Madrid. Nada de eso importó: Sinner fue una apisonadora.
Ruud, que llegaba con una racha de nueve victorias consecutivas, celebró su único juego como si fuera un trofeo. Fue en el segundo set, tras un parcial de 0-8, y lo festejó con una sonrisa resignada, mientras el público italiano lo aplaudía con ternura. Sabían que, ese día, nadie podía con Sinner.
El primer set duró 27 minutos. Un 6-0 sin compasión, con 25 de 32 puntos ganados, construidos desde una racha inicial de siete puntos pulverizados. Una auténtica lección de tenis. Amenazó incluso con una “bicicleta” (doble 6-0), pero Ruud logró evitar ese trago amargo. No fue consuelo: la superioridad fue tan grande que rozó lo irreal.
Sinner jugará en semifinales contra el estadounidense Tommy Paul, verdugo de Hubert Hurkacz (7-6 [4], 6-3). El duelo será el segundo de la jornada del viernes, no antes de las 20:30 horas. Antes, desde las 15:30, se enfrentarán Carlos Alcaraz y el italiano Lorenzo Musetti.
Italia sueña con un doblete, también en el cuadro femenino con Jasmine Paolini en la final. Pero Alcaraz representa una amenaza real, y Paul, semifinalista también en 2024, ya sabe lo que es jugar a este nivel. Aun así, después de lo que mostró Sinner, todo el circuito ha quedado advertido: el número uno está más encendido que nunca.