Me preguntaron si las enfermedades mentales son atenuantes en el caso de cometer pecado mortal, por ejemplo, alguien con una crisis esquizofrénica, que insulta, maldice y dice cosas a aquello que ve en ese estado, sea real o no.
Considerando que es una pregunta muy importante y delicada, y que mi experiencia en Amén me ha hecho saber que mucha gente sufre en silencio sus condiciones, pues es bueno aclarar un poco el tema. Benedicto XVI, se mostró preocupado por el hecho de que se promovieron obras e iniciativas de piedad cristiana y de solidaridad social en favor de los enfermos, de manera especial en favor de los que experimentan alguna forma de trastorno mental ya que son marginados con más facilidad por la sociedad y por la propia familia.
Para la Iglesia, la imputabilidad del pecado mortal requiere: pleno conocimiento y pleno consentimiento de un acto que en sí mismo es materia grave. Esto significa que para que un acto sea considerado un pecado mortal, la persona debe ser consciente de la gravedad de la acción y elegir libremente realizarla. Es un hecho que las enfermedades mentales pueden afectar significativamente la capacidad de una persona para tener pleno conocimiento y libertad en sus actos. Eso hace que, en el contexto del pecado mortal, las enfermedades mentales sean atenuantes o incluso anulen la imputabilidad de un acto que de otra manera sería considerado pecado mortal.
Algunos puntos importantes:
1. Premisas principales: a. La postura general de la Iglesia Católica hacia las personas que sufren enfermedades mentales es de gran compasión y comprensión. Se reconoce que estas condiciones son una forma de sufrimiento y que las personas afectadas necesitan atención médica, apoyo espiritual y la oración de la comunidad. b. La Iglesia no considera que tener una enfermedad mental sea en sí mismo un pecado. Enseña también que la condición mental de una persona puede influir en su responsabilidad moral ante un acto. No se presume automáticamente que una persona con una enfermedad mental no es capaz de cometer pecado mortal, pero su condición se considera un factor importante a tener en cuenta.
De estas dos premisas iniciales se desprenden los siguientes puntos a considerar:
2. Responsabilidad Moral: Según el Catecismo de la Iglesia Católica (CEC), la responsabilidad moral se ve afectada por factores como la ignorancia, la presión social, y en este caso, las enfermedades mentales. Una persona que sufre de una enfermedad mental puede no ser completamente consciente de la naturaleza de sus acciones o de su gravedad. El Catecismo no dedica un punto específico a las enfermedades mentales, aborda el tema de la atención y el cuidado de los más vulnerables, lo que incluye a las personas que sufren de enfermedades mentales. Enfatiza la importancia del amor, el perdón y la oración como medios para la curación y el consuelo.
3. Atenuantes del Pecado: La gravedad del pecado mortal (que requiere de plena conciencia y deliberado consentimiento) puede verse atenuada en el caso de las personas con trastornos mentales que limitan su capacidad para razonar o tomar decisiones informadas. En la medida en que su juicio está comprometido, la responsabilidad puede ser menor. Algunas enfermedades mentales pueden nublar el juicio, distorsionar la realidad o afectar la capacidad de una persona para comprender plenamente la naturaleza pecaminosa de un acto. Por ejemplo, una persona bajo un delirio psicótico podría realizar actos que objetivamente son graves sin ser plenamente consciente de su maldad o de sus consecuencias.
4. Disminución del pleno consentimiento: Otras enfermedades mentales pueden afectar la voluntad y la libertad de una persona. Por ejemplo, una persona con una compulsión severa podría realizar un acto en contra de su voluntad consciente, sintiendo una presión irresistible. De manera similar, una depresión severa podría disminuir la capacidad de una persona para resistir pensamientos o impulsos negativos.
5. Evaluación Espiritual: La Iglesia Católica se apoya en el discernimiento pastoral en estos casos. Se recomienda buscar la orientación de un sacerdote, quien puede evaluar, tal vez con la ayuda de un experto, la situación específica de la persona y ofrecer la dirección espiritual adecuada, considerando la psicología y la salud mental.
6. Importancia de la Sanación: La Iglesia también enfatiza la importancia de la sanación y el tratamiento de las enfermedades mentales. La atención a la salud mental es crucial y no se debe reducir solo a la consideración moral, sino que se debe buscar un enfoque integrador que incluya la medicina y la terapia psicológica, junto con la dimensión espiritual.
7. Analogía con otras limitaciones: De manera similar a las enfermedades mentales, otros factores como la ignorancia invencible, la coacción o el miedo grave también pueden disminuir o anular la imputabilidad del pecado mortal. La clave está en si la persona tenía la capacidad suficiente para comprender y elegir libremente el acto pecaminoso.
8. Confesión y acompañamiento: En el sacramento de la Penitencia, el sacerdote está llamado a ejercer un juicio pastoral prudente, teniendo en cuenta la posible influencia de la enfermedad mental en la comisión de los actos pecaminosos. El acompañamiento espiritual y la guía son fundamentales para estas personas.
En resumen, las enfermedades mentales son consideradas por la Iglesia Católica como factores importantes que pueden atenuar o incluso anular la imputabilidad del pecado mortal, debido a su potencial para afectar el pleno conocimiento y el pleno consentimiento necesarios para que un acto sea considerado mortalmente pecaminoso, y enfatiza la necesidad de comprensión, misericordia y un discernimiento cuidadoso en estos casos. Es fundamental tratar estos temas con sensibilidad y respeto hacia las personas que enfrentan enfermedades mentales, reconociendo que su sufrimiento puede afectar su vida espiritual. Dios con nosotros.