Editorial

Carne, en facilito

Si Bolivia tuviera gobernantes con un mínimo de sentido común, hoy estaríamos aprovechando la crisis para transformar la economía. El precio de la carne, lejos de ser un problema...

Editorial | | 2025-05-28 00:10:00

Si Bolivia tuviera gobernantes con un mínimo de sentido común, hoy estaríamos aprovechando la crisis para transformar la economía. El precio de la carne, lejos de ser un problema, nos está gritando que hay una oportunidad inmensa, tan importante como el gas. Pero para eso se necesitaría un gobierno interesado en construir una economía sólida, no en destruirla como viene haciendo sistemáticamente. Porque en la lógica del socialismo decadente que nos gobierna, un pueblo miserable es un pueblo dependiente del Estado.

Hoy podríamos estar haciendo con la carne lo que Francia hizo con el pan. En su momento, los franceses entendieron que un alimento básico podía ser mucho más que comida: podía convertirse en el corazón de una economía, en el motor de empleo, infraestructura y prosperidad. Y lo hicieron. Con políticas que incentivaban la producción, la industrialización, la distribución, el pan se volvió símbolo de progreso.

Bolivia podría hacer lo mismo con la carne. Si hay demanda interna y externa, si el precio sube, ¿por qué impedir que se produzca más? ¿Por qué frenar lo que funciona?

La lógica es simple: cuando un producto es demandado y su precio sube, el mercado responde produciendo más. Si se deja trabajar al ganadero, si se le permite invertir, crecer y vender sin amenazas ni castigos, Bolivia puede vivir un efecto multiplicador impresionante. Más ganaderos significa más estancias, más empleos rurales, más carnicerías, más consumo, más exportación, más dólares. Pero también significa más producción de soya, sorgo, maíz y forraje. Significa más caminos rurales, más camiones, más frigoríficos, más inversión en tecnología agropecuaria.

Lo lógico sería liberar las fuerzas productivas. Permitir que más bolivianos ingresen al rubro ganadero y que se movilice toda la cadena productiva y no frenarla como lo está haciendo Luis Arce.

¿Y qué pasa si la carne vacuna sigue subiendo? Eso no representa ningún drama: es un estímulo natural para diversificar. Aparecerán más productores de pollo, cerdo, cordero. Los campesinos que crían ovejas podrán vender mejor. Se activará una red económica descentralizada, sólida, real, que puede incluso sustituir —con el tiempo— la economía del gas que el propio Estado ha destruido con su incapacidad y su derroche.

Pero nada de esto será posible si el gobierno sigue aferrado a su visión empobrecedora y su obsesión por controlar todo. Porque cuando el Estado castiga al que produce y premia al que espera subsidios, mata el futuro. Porque cuando se fija el precio de la carne con planillas y amenazas en vez de con trabajo e inversión, se dinamita la confianza. Porque cuando se prioriza la propaganda y el control sobre la libertad económica, el país se estanca.

Francia se hizo potencia mundial gracias al pan, que no solo calmaba el hambre; dinamizaba la economía, generaba empleo, activaba rutas comerciales y promovía innovaciones tecnológicas. Bolivia puede serlo con carne. Pero solo si dejamos de castigar al que trabaja y empezamos a confiar en la gente que produce.

La lógica es simple: cuando un producto es demandado y su precio sube, el mercado responde produciendo más. Si se deja trabajar al ganadero, si se le permite invertir, crecer y vender sin amenazas ni castigos, Bolivia puede vivir un efecto multiplicador impre