El reciente “tour político-intelectual” de Marcelo Claure a Harvard ha generado una mezcla de escepticismo y decepción. Bajo el pretexto de debatir el rumbo económico de Bolivia, lo que se ha presenciado es un espectáculo de reciclaje ideológico, protagonizado por las mismas élites intelectuales del altiplano que han co-gobernado el fracaso boliviano durante décadas.
La escasa presencia de representantes cruceños en esta comitiva no es casual, sino reveladora. Una vez más, el centralismo andino se viste de académico para maquillar lo que no tiene cura desde su lógica: el agotamiento del modelo estatista, caudillista y clientelar que ha llevado al país a su parálisis estructural.
Lo alarmante no es solo quiénes fueron, sino qué representan. Entre los elegidos, figuran intelectuales y economistas que han sido apologistas del Estado omnipresente, del rentismo improductivo, del paternalismo populista. Los mismos que durante los últimos 40 años no han ofrecido una sola salida realista ni eficaz al atraso nacional.
Que Harvard los reciba hoy no debería sorprender. La universidad que un día formó a tecnócratas liberales que ayudaron a estabilizar economías, hoy está atrapada en la telaraña del progresismo global. Un espacio cada vez más ideologizado, defensor de todas las causas woke: de Palestina a la lucha contra Trump, del intervencionismo estatal al dogma climático. Harvard ya no es sinónimo de excelencia técnica, sino de corrección política.
¿Puede salir algo útil de este experimento? Es difícil creerlo. No hay cambio posible si se convocan a los mismos de siempre, a los que piensan igual y han fracasado igual. Ni la indiscutible lucidez empresarial de Claure alcanza para justificar semejante contradicción: pedir consejo a quienes no entienden ni aplican el modelo que a él lo hizo exitoso. Porque si algo explica el ascenso de Claure no es el estatismo paceño, sino el libre mercado estadounidense. Claure es producto de la meritocracia empresarial, no del proteccionismo sindical. Entonces, ¿por qué encomendar el futuro de Bolivia a quienes nunca han salido del laberinto andino del poder estatizado?
El único experimento exitoso en suelo boliviano —basado en agroindustria, iniciativa privada, integración comercial y visión descentralizada— fue incluido como vagón de cola. Como si el verdadero motor económico del país tuviera muy poco qué decir. Como si los cruceños no hubieran construido una isla de productividad dentro del océano de miseria estatal boliviano. Eso no es un descuido. Es una toma de posición. Claure ha decidido apostar por la corrección política de Harvard y los pactos con Andrónico, Eva Copa y otros exponentes del MAS reciclado, antes que mirar hacia donde realmente ocurre el dinamismo boliviano.
Este no es un debate sobre nombres. Es un debate sobre modelos. Y en ese sentido, no hay medias tintas: el modelo de Estado plurinacional, redistributivo, rentista y controlado desde el occidente ha fracasado. Fracasó con los liberales centralistas de los 90, fracasó con los socialistas del MAS y seguirá fracasando con cualquier versión académica o Harvardizada que pretenda maquillarlo.
No hay medias tintas: el modelo de Estado plurinacional, redistributivo, rentista y controlado desde el occidente ha fracasado. Fracasó con los liberales centralistas de los 90, fracasó con los socialistas del MAS y seguirá fracasando con cualquier versión académica o Harvardizada que pretenda maquillarlo.