Editorial

Bolivia frente a la dictadura económica

Por más que el régimen de Luis Arce intente disfrazar sus controles económicos como “protección del modelo”, lo que vivimos es una dictadura económica en marcha...

Editorial | | 2025-05-30 00:14:45

Por más que el régimen de Luis Arce intente disfrazar sus controles económicos como “protección del modelo”, lo que vivimos es una dictadura económica en marcha. Una que no requiere uniformes ni golpes de Estado. Basta con controlar el dinero, las transacciones, los bancos, las divisas. Perseguir a los que cambian dólares, decomisar ahorros, imponer topes, cerrar cuentas, militarizar mercados. Basta con sembrar miedo.

En los años de la UDP, entre 1982 y 1985, el país fue arrastrado a una hiperinflación devastadora. Los salarios se esfumaban entre la mañana y la tarde. El boliviano de papel se volvió un chiste y la gente tuvo que buscar refugio en lo que pudo: en el dólar, en el trueque, en la informalidad. ¿Qué aprendió Bolivia de ese trauma? A desconfiar, intuir, defenderse y sobrevivir.

Hoy, frente a un gobierno que ha vaciado las reservas, que sigue imprimiendo dinero sin respaldo, que prohíbe el uso del dólar mientras sus funcionarios lo acumulan, el pueblo boliviano vuelve a activar sus anticuerpos, a refugiarse, a esconder, a rebuscar. Y no porque quiera evadir la ley, sino porque quiere evadir el abuso.

No hay Estado más creativo que el boliviano de a pie. Lo vimos en la pandemia: mientras el gobierno encerraba a la población sin dar soluciones, surgieron mercadillos espontáneos, rutas alternativas, ferias móviles, trueques digitales. Nadie esperaba salvación del Estado. La salvación venía de la inventiva, del ingenio, del barrio.

Lo mismo ocurre ahora: los puntos de cambio informales, las billeteras digitales, los QR entre comerciantes, las compras en grupos privados de WhatsApp… todo esto es parte de una economía de defensa. No se trata de evadir impuestos. Se trata de evadir la ruina.

Los especialistas lo dicen, Bolivia ya está dolarizada de facto. El dólar es el verdadero referente. Las transacciones importantes ya se hacen en dólares. El pueblo lo entiende mejor que los ministros: la única forma de proteger lo poco que tiene es cambiarlo por lo único que aún vale. La gente no espera un decreto para hacerlo. Lo hace porque su instinto le dice que el boliviano ya no protege nada.

Y eso es lo que el régimen teme: que la gente no los necesite. Por eso buscan controlar el dólar. Por eso persiguen a los cambistas. Por eso militarizan mercados. Pero no pueden controlar el alma de un país entero. No pueden controlar a millones que, cada día, deciden no dejarse hundir.

El gobierno puede confiscar divisas, puede imponer topes y multas, puede perseguir a los que sobreviven. Pero no podrá doblegar el instinto de libertad del pueblo boliviano. Porque la economía informal es nuestra verdadera Constitución en tiempos de dictadura. Porque el dólar, la rebusca, el trueque, el QR, el prestamista del barrio, el comerciante del Alto, son todos mecanismos de defensa frente a un Estado que traicionó su función principal: proteger al ciudadano.

Eso es lo que el régimen teme: que la gente no los necesite. Por eso buscan controlar el dólar. Por eso persiguen a los cambistas. Por eso militarizan mercados. Pero no pueden controlar el alma de un país entero. No pueden controlar a millones que, cada día, deciden no dejarse hundir.