Dios te bendiga

«Repartieron mi ropa»

«Repartieron mi ropa»
Mons. Roberto Flock - Obispo de San Ignacio de Velasco | Columnista
| 2025-05-30 00:11:03

(Juan 19,24, citando el Salmo 19,22)

El botín para los soldados que crucificaron a Jesús era miserable: nada más que su ropa divida en cuatro partes, más la túnica sorteada, probablemente en mal estado por todo lo sufrido antes. Así eran sus posesiones materiales. Esto mismo era suficiente para que Pilato se diera cuenta que las acusaciones eran absurdas: «Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo» (Jn 18,38).

En cambio, con los bienes quitados en Bolivia a los acusados, investigados y allanados, han encontrado el legendario Paitití. Todos los días los encargados de la Justicia se dedican al robo a culpables e inocentes por igual. Están repartiendo el mayor botín en la historia del país. No sorprende que hayan bloqueado la reforma de la Justicia.

Si no es así, que respondan con total transparencia a las siguientes preguntas:

Desde que aprobaron las leyes que les permiten secuestrar, incautar y decomisar bienes para fines investigativos:

● ¿Cuántos inmuebles, movilidades, computadores, celulares, dinero, y otros bienes han quitado a sus propietarios?

● ¿Cuál es su valor?

● ¿Dónde están estos bienes?

En caso del rechazo o del sobreseimiento del caso:

● ¿Cuánto tiempo tarda en devolver los bienes a sus propietarios?

● ¿Cuánto les cuesta a los perjudicados recuperar su propiedad?

● ¿Qué compensación dan en casos “de oficio” por el perjuicio causado?

● ¿Si no es “de oficio”, ¿qué apoyo da la Justicia a los perjudicados para recuperar sus gastos?

● ¿Cuántos bienes y dinero nunca devuelven a los legítimos propietarios? ¿Por qué no?

Además:

● En casos de sentencia y en casos sin resolverse: ¿Dónde paran estos bienes?

● ¿Qué porcentaje de las audiencias son suspendidas y postergadas aumentando gastos irrecuperables a quienes buscan justicia?

● ¿Por qué sistemáticamente presentan como trofeos a los aprendidos, violando la presunción de inocencia, mientras esconden a los acusadores, muchas veces calumniadores, si no es por ser una fuente de ingresos?

Lo mismo vale para el tema de congelamiento de cuentas bancarias y peor, de prisión preventiva, que es esencialmente una forma de trata y tráfico legalizado, presos secuestrados para pedir rescate en la forma de interminables gastos legales incluyendo agilizaciones de trámites (coimas) para salir de las cárceles hacinadas. Se observa la total indiferencia de los policías, fiscales y jueces que crucifican a sus presos para repartir el botín.

Invito a quienes han sido víctimas de este sistema a compartir su experiencia a través de la Pastoral Social Cáritas local, Pastoral Carcelaria y otras instancias de la Iglesia Católica en Bolivia, para que podamos documentar esta realidad. Empezaremos con lo sucedido con mi persona y el Obispo Emérito de la Diócesis de San Ignacio de Velasco en los últimos años. Si fiscales y jueces corruptos no dudan en robar a los pastores de la Iglesia, ¿qué no harán a cualquier que pueden explotar?

Oh Jesús, Justo Juez, yo sé que has dicho que nuestra justicia tiene que ser mayor que la de los escribas y fariseos (Mt 5,20) y que Dios Padre hace salir su sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos (Mt 5,45), pero ahora que estás sentado a la derecha del Todopoderoso en el cielo revestido de gloria, para juzgar a vivos y difuntos, ¿no puedes cambiar esta política celestial y darles cáncer en los testículos a estos que han pervertido Tu justicia? Yo sé que, en la cruz, totalmente desnudo y agonizando, rezabas: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen», antes de que repartieron Tu ropa (Lc 23,34), pero estos ahora saben bien todo lo que hacen. También dijiste en la parábola del Juicio Final: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,40). Oh Jesús, no permitas que caigamos en estas tentaciones y líbranos de estos malditos que quitan el pan de cada día a tus pequeños y hasta reparten entre sí su ropa, aquellos sinvergüenzas que han convertido la Justicia en un infierno. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Quien comparta esta oración conmigo, Dios te bendiga.

Mons. Roberto Flock - Obispo de San Ignacio de Velasco | Columnista