Editorial

El fin de ciclo del MAS (¿la vencida?)

A tres meses de las elecciones generales, Bolivia se sumerge en un escenario electoral tan fragmentado como incierto. Las encuestas muestran una competencia sin liderazgo claro...

Editorial | | 2025-06-03 00:08:41

A tres meses de las elecciones generales, Bolivia se sumerge en un escenario electoral tan fragmentado como incierto. Las encuestas muestran una competencia sin liderazgo claro, con tres candidatos peleando palmo a palmo y un cuarto de la población aún indecisa. Pero en medio de esta incertidumbre política, hay una sola certeza que emerge con contundencia: el ciclo del MAS está terminado.

Ni el rostro joven de Andrónico Rodríguez, ni los intentos tardíos de Eva Copa o Eduardo del Castillo logran revivir una estructura que alguna vez fue invencible. El MAS sin Evo no emociona y Evo sin el poder ya no moviliza. La fractura interna es evidente, la narrativa revolucionaria ha perdido brillo y el país rural empieza a mirar con otros ojos su futuro, lejos de la izquierda que ha destrozado este país. El desgaste, la corrupción y el autoritarismo pasaron factura, incluso en su bastión más leal.

El gran ausente en esta campaña es el entusiasmo. Bolivia transita esta etapa con una mezcla de hastío y prudencia. La gente ya no se traga relatos épicos ni prometeicas refundaciones. Busca resultados, instituciones funcionales, empleo, orden, salud y justicia que no dependa del partido de turno. En esa demanda silenciosa hay un mensaje claro: el caudillismo está en crisis.

Sin embargo, esto no significa que la transición será limpia o automática. Nada está dicho aún. La oposición sigue dividida, fragmentada entre egos y candidaturas recicladas. Samuel Doria Medina y Jorge “Tuto” Quiroga se disputan el mismo electorado, repitiendo el viejo error de dispersar el voto en nombre de la “unidad”.

Tampoco se debe subestimar la capacidad del MAS de pelear su lugar. A pesar de sus debilidades actuales, sigue siendo la única fuerza con estructura nacional, presencia territorial y capacidad de movilización. El riesgo es que se conforme con entrar a segunda vuelta solo para impedir que la oposición gobierne con mayoría. Un MAS sin poder puede mutar en un MAS vengativo.

La verdadera elección no será entre izquierda o derecha, ni entre pasado y futuro. Será entre la continuidad de un modelo agotado o la construcción de algo nuevo, aunque aún no sepamos bien qué. Y ahí está el desafío: articular una propuesta que no sea solo “anti-MAS”, sino una visión de país seria, viable y plural.

Lo que queda claro es que la hegemonía del MAS es parte del pasado. Puede que entren al balotaje, puede incluso que den batalla con su maquinaria territorial y el fraude. Pero ya no son invencibles. Su tiempo político ha caducado, y Bolivia —aunque aún indecisa— ha comenzado a pasar la página.

Lo que ocurra entre ahora y agosto es incierto. Lo único seguro es que el país no quiere volver atrás. Y el MAS, con Evo o sin él, es justamente eso: el pasado.

Lo que queda claro es que la hegemonía del MAS es parte del pasado. Puede que entren al balotaje, puede incluso que den batalla con su maquinaria territorial y el fraude. Pero ya no son invencibles. Su tiempo político ha caducado, y Bolivia —aunque aún indecisa— ha comenzado a pasar la página.