
Dian Fossey fue una mujer cuya vida y obra dejaron una huella indeleble en el mundo de la conservación. Nacida en 1932 en San Francisco, Estados Unidos, su destino cambió radicalmente cuando, tras un viaje a África en 1963, quedó fascinada por los gorilas de montaña. A partir de entonces, consagró su vida al estudio, protección y defensa de estos magníficos animales.
En 1967, Fossey fundó el Centro de Investigación Karisoke, enclavado entre los volcanes de Ruanda. Desde allí, inició un trabajo pionero de observación directa de los gorilas, desarrollando métodos de habituación que le permitieron acercarse a ellos sin perturbar su comportamiento natural.
Sus investigaciones aportaron conocimiento inédito sobre sus estructuras sociales, vocalizaciones, conductas reproductivas y relaciones familiares. Pero más allá de la ciencia, Fossey se convirtió en una protectora incansable de los gorilas ante la amenaza constante de la caza furtiva y la destrucción de su hábitat.
Su defensa de los gorilas no fue pasiva. Fossey denunció con firmeza la caza ilegal, destruyó trampas y financió patrullas de protección. Esta actitud confrontacional le ganó enemigos poderosos, tanto entre cazadores como en ciertos sectores que veían en su presencia un obstáculo.
En 1978, el asesinato de su gorila favorito, Digit, marcó un antes y un después. En su honor, creó el "Digit Fund" para financiar acciones de conservación, sembrando la semilla de lo que hoy es el Dian Fossey Gorilla Fund International.
Fossey vivía en un entorno hostil, no solo por la naturaleza agreste, sino por las crecientes amenazas humanas. La exposición prolongada a condiciones extremas también afectó su propia salud física y mental, aunque su determinación nunca flaqueó.
Lamentablemente, el 26 de diciembre de 1985, Fossey fue brutalmente asesinada en su cabaña en Karisoke. Su muerte, hasta hoy rodeada de misterio, parece haber sido consecuencia directa de su firme oposición a quienes lucraban con la vida silvestre.
Murió sola, en la misma montaña que había convertido en su hogar y refugio para los gorilas, pero su legado se volvió inmortal. La comunidad científica y ambientalista internacional aún honra su valentía y su sacrificio.
Dian Fossey no solo fue una científica excepcional, fue una mujer valiente, comprometida y profundamente ética. Su vida representa un modelo de entrega absoluta a una causa justa, aun cuando eso significara poner en riesgo su seguridad y comodidad.
Hoy, los gorilas de montaña todavía enfrentan amenazas, pero gracias a personas como Fossey, han tenido una segunda oportunidad. Su ejemplo nos invita a actuar con valentía en defensa de quienes no pueden alzar la voz por sí mismos.