¿Quién tiene el voto duro del MAS? Esa es la pregunta clave. Y la respuesta es simple: hoy, nadie. Las encuestas lo dejan claro. Eduardo del Castillo, el candidato de Arce, no despierta adhesión ni en el oficialismo ni en la calle. Andrónico Rodríguez, pese al guiño desesperado a Evo Morales, tampoco. Su candidatura es un intento forzado de contener el colapso del MAS, pero no le alcanza para garantizar su continuidad en el poder. Evo Morales es hoy el mayor lastre: artífice del desastre político, económico y moral que devora al país y al propio MAS. Sea cual fuere la facción masista, en agosto le toca pagar la factura y el dilema consiste en forzar una unidad o aceptar una derrota estrepitosa. Las suaves palabras de Andrónico a Evo Morales, al que quiere mostrar como su padre ideológico confirman la desesperación del masismo. Sin un bloque cohesionado podría quedar reducido a un rol marginal, impotente ante la ofensiva judicial que se avecina tras dos décadas de abusos. Mientras tanto, la oposición avanza. La reunión entre Doria Medina, Tuto Quiroga y Manfred Reyes Villa ha sido un primer paso hacia un posible escenario favorable que requiera de acercamientos y coaliciones, una vez se consolide el triunfo de la oposición. Pero en Bolivia nunca se puede asegurar nada. Veremos