La frase, que seguramente será añadida a la lista de Evadas, le pertenece al enfermo de poder que eternamente quiere ser candidato. La expresó en la evaluación del último bloqueo de carreteras que protagonizó en octubre del año pasado, cuando reclamaba a sus bases, obligadas a bloquear, por exigir apoyo logístico y viáticos para movilizarse.
La frase hoy, cuando vuelve a amenazar con su principal recurso de poder, cual es la convulsión, toma relevancia. Por quinta vez, en lo que va desde octubre de 2023, pretende bloquear e “incendiar” el país para cambiar el escenario político y habilitarse a las malas como candidato. “Sin él no puede haber elecciones”. En esta ocasión, su capricho llega al extremo de lo inaudito, pues pretende ser habilitado sin sigla y a destiempo.
Ya desvariado, por la enfermedad que padece, alucina con ser la encarnación de Túpac Katari, el líder indígena que resistió, luchó y se rebeló en contra de la dominación española. Pretende, ahora, replicar el cerco a La Paz de 1781, insistiendo en ser candidato. La amenaza del cerco y los bloqueos es hasta las últimas consecuencias. Está pidiendo a sus bases resistir, pues se trataría de “la madre de las batallas”. El audio que se deslizó y se hizo público revela el cerco y el macabro plan.
Sin embargo, como es la quinta vez que moviliza a sus bases para convulsión y bloqueo, estas ya han perdido convicción. Aquella convicción que tuvieron esos 40.000 indígenas que siguieron a Katari en el cerco a La Paz.
Es probable que, en un principio, haya existido esa convicción, cuando las bases creían que era el mismo mesías, enviado por el cielo para salvar a los pobres y a las grandes mayorías indígenas, siempre discriminadas, excluidas y marginadas. En un inicio, fue considerado como el Túpac Katari del siglo XXI, como un extraordinario líder indígena, desposeído de los vicios y pecados de los demás mortales, incapaz de mentir, hacer maldades y robar.
Muy pronto, sin embargo, el mito cae estrepitosamente, cuando es directamente involucrado en varios escándalos de corrupción, como el del Fondo Indígena y el caso Zapata, con la empresa china CAMC, que extrañamente se había adjudicado contratos por más de 2.500 millones de dólares. Derrumbado el mito, desde el 21F, la tendencia de la conciencia popular es ver a Evo Morales como cualquier mortal: potencialmente débil frente a los placeres de la carne, la acumulación material, la mentira y el engaño.
Ahora bien, cuando cae el mito, obviamente, se acaba la convicción. Y lo que resta es obligar a las bases a ver todavía al líder como a un hombre superior. En la oscuridad, esas bases están obligadas a verlo como a un dios, al que lo idolatran no por fe, sino por miedo. Ninguna mentira se puede cuestionar. Es prohibido ver y decir la realidad.
A partir de eso, las últimas grandes movilizaciones del “complejo de Túpac Katari” fueron obligadas, pagadas, con logística y viáticos de por medio. Ya no tiene la capacidad de movilizar por convicción. Por lo tanto, esas movilizaciones no fueron sostenibles, como la sostenibilidad que tuvieron las movilizaciones ciudadanas que obligaron a la renuncia de Morales en noviembre de 2019.
La movilización que busca cercar a La Paz y otras ciudades, protagonizada hoy, es, como ya dijimos, su quinto intento de convulsión. Las cuatro anteriores, en el sentido de crear convulsión, fueron un fracaso. En ninguna, pese a los exorbitantes costos, se lograron los objetivos políticos propuestos, cuales son sangre y convulsión para ser habilitado a las malas.
La primera, que fue en octubre de 2023, cuando, en la pelea por la sigla, traslada su lucha a las calles, bloqueando durante 10 días; fue un rotundo fracaso, pues no consiguió nada. Fracasa porque no hubo muertos, pues no se “cumplió el rito del bloqueo”, que proclama Juan Ramón de la Quintana, el “carnicero del Porvenir”. De acuerdo a ese rito, para que exista convulsión, necesariamente los bloqueos deben provocar sangre, para cambiar finalmente la configuración de poder.
El segundo intento de convulsión se da en febrero del año pasado. El motivo fue nuevamente la disputa visceral por el control de la sigla. Otra vez, sin ninguna posibilidad de ser el candidato único de su partido, bloquea durante 16 días. El “complejo de Túpac Katari” en las calles pretendió demostrar su fuerza y derrotar al enemigo. Desde el Chapare, el centro de operaciones, movilizaron a sus afiliados a todos los puntos de bloqueo. Como no hubo convulsión, otra vez, no se logra el “mito del bloqueo”.
La tercera movilización, en busca de sangre, fue la denominada “marcha por la vida”, en septiembre de 2024, que también fue un fracaso, pues no se cumple, otra vez, el “mito del bloqueo”. Los dejaron ingresar pacíficamente a La Paz y, sin pena ni gloria, luego de un mitin, las bases son abandonadas a su suerte por su líder, el “complejo de Túpac Katari”.
Casi de inmediato, en octubre de 2024, fue el cuarto intento. Bloquean durante 21 días, buscando desesperadamente resultados. Otra vez, más allá de los enormes daños causados al país, la movilización fue un fracaso. De ahí la molestia de Morales, cuando muy enojado se dirige a sus bases diciendo: “... ¿Acaso Túpac Katari, cuando cercaba La Paz, pedía viáticos?”
Con voraz apetito de sangre, ahora, por quinta vez pretende convulsión. Se está jugando todo. Si pierde, podría ser su entierro. Si sus movilizaciones son con viáticos y sin convicción, fracasará nuevamente, sin importar los daños provocados.
*El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón.