Bajo el penoco

El viejo esquema

| 2025-06-13 00:27:15

Quienes hoy llaman a Evo Morales “asesino”, “terrorista” y “sicario del pueblo” son, en muchos casos, los mismos que ayer le rendían culto, le obedecían ciegamente, le reían los caprichos, le tejían discursos y hasta le ataban las trenzas de los zapatos. Son los que jamás se atrevieron a contradecirlo, los que proclamaban que era el sol y la luna de Bolivia. Ahora parecen “descubrir” lo que siempre fue evidente, pero callaron por conveniencia o por cobardía. Porque no eran víctimas, eran cómplices. Evo Morales no actúa solo: es la punta de lanza de una casta centralista, andinocentrista y corrupta que ha instrumentalizado al país para su beneficio. Lo que ocurre hoy —con muertos, bloqueos y violencia— no es una ruptura del poder, es su reafirmación. El fuego interno que consume Bolivia no destruirá el orden podrido; lo renovará. La tragedia no es Evo, es todo lo que lo rodeó, lo encumbró y hoy pretende lavarse la cara con su caída. Mientras tanto, el país sangra y los de siempre se preparan para seguir mandando, aunque sea entre cenizas.