Las dos muestras de intención de voto con vistas a las elecciones generales de agosto próximo, realizadas por medios de comunicación son solo una radiografía del momento y no algo definitivo, porque los datos pueden cambiar abismalmente con el paso de los días.
La primera conclusión que se obtiene es la inminencia de una segunda vuelta, pues ninguno de los tres candidatos más votados lleva una ventaja absoluta. Samuel Doria Medina encabeza dichas encuestas con un 19.1 % (televisiva) y 24.02 % (escrita); Tuto Quiroga ocupa el segundo lugar con 18.4 % (televisiva) y 22.07 % (escrita), lo cual no garantiza un triunfo contundente. Por detrás está Andrónico Rodríguez, con un 14.2 % (televisiva) y 14.69 % (escrita), dato que refleja un estancamiento en su apoyo.
En esos tres políticos se concentra la mayoría del voto ciudadano. El resto de los/as candidatos/as que figuran en la encuesta quedan fuera de toda expectativa electoral, por lo que deberían reflexionar seriamente en retirar sus candidaturas para las elecciones generales de agosto y evitar dispersar el voto.
Una segunda conclusión es que el próximo gobierno no tendrá gobernabilidad plena en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP). Estará en las mismas condiciones que enfrenta actualmente el gobierno de Arce Catacora, sin la gobernabilidad parlamentaria deseada para cumplir su gestión presidencial. Esto obligará a establecer pactos democráticos y negociaciones políticas para aprobar leyes en favor de su gestión y del andamiaje democrático.
No contar con dos tercios o mayoría parlamentaria será desastroso para el próximo gobierno que se perfila para asumir la presidencia del país. Según las encuestas, todo apunta a que será del ala derecha la que tome el mando de nuestro destino patrio, lo que dará lugar a pactos o coaliciones partidarias, como ocurría antes de que el MAS llegara al poder en 2006.
Una tercera conclusión es que, por primera vez en veinte años, el MAS queda fuera de toda opción de ser la primera fuerza política ganadora del país. Según estas muestras de intención de voto, esa tienda política se ha dividido en tres facciones: Andrónico Rodríguez, Eduardo del Castillo y Eva Copa. El primero mantiene el voto fiel al nacional popular; los otros dos no superan el 3 %, incluso con riesgo de que el MAS y MORENA pierdan su personería jurídica.
Una cuarta conclusión es que la población vuelve a exigir unidad a los opositores. La dispersión del voto está claramente demostrada, lo que genera incertidumbre política y democrática en materia de gobernabilidad para los próximos cinco años. Si otros opositores como Reyes Villa, Paz Pereira y otros dos más —que ni siquiera se conocen— no retiran sus candidaturas o no se unen a Samuel o Tuto, estarían haciendo un flaco favor a nuestra débil democracia.
Diseñado así el panorama político, ni lo nacional popular ni la derecha republicana conseguirán ganar en primera vuelta con una diferencia clara. Todo apunta, reitero, a una segunda vuelta en octubre. El masismo ya no es el claro favorito de años anteriores, ni ganará con amplia mayoría y dos tercios de gobernabilidad.
Tanto Samuel Doria Medina como Tuto Quiroga, según las últimas encuestas oficiales dentro del calendario electoral, llegaron a su tope y no subirán más de esos porcentajes. Por eso están entrando en la “guerra sucia” para restarse votos del electorado indeciso, lo que me parece una tremenda estupidez y mala estrategia política electoral; en el fondo, esta situación podría favorecer a lo nacional popular, hoy representado por Andrónico Rodríguez.
Si Samuel y Tuto se consideran muy inteligentes y con vasta experiencia en la política nacional, lo que deben hacer es forzar una segunda vuelta entre ambos, ya que hoy tienen amplia posibilidad. No hacerlo y permitir que el androniquismo entre a esa segunda vuelta los convertiría en inútiles y aplazados políticos de vieja data, demostrando que no aprendieron nada de las lecciones pasadas.