El candidato Andrónico Rodríguez fue el gran ausente del Foro Agropecuario de Santa Cruz, generando así muchas susceptibilidades y especulaciones. El sector quería conocer no solo cuáles son sus propuestas en este campo, sino también tratar de comprometerlo con políticas que son imprescindibles para la región: la disponibilidad de divisas, la seguridad jurídica, el abastecimiento oportuno de combustibles, el respeto a la propiedad privada, la libre exportación de carne, etc. También quería conocer su visión sobre ciertas políticas perversas del MAS (Evo Morales y Luis Arce) como, por ejemplo, la prohibición de los transgénicos y la tecnología para aumentar la producción alimenticia.
A propósito del Foro, el economista y columnista, Gary Rodríguez, preguntaba: ¿Sabía Ud. que el aporte del agro al Producto Interno Bruto del país es del 16% con los 6.000 millones de dólares que produce? ¿Que el 24% del total de empleos están en el agro, abarcando a 1,6 millones de personas? ¿Que un 24% de las ventas externas son agroexportaciones por 3.200 millones de dólares? ¿Que Santa Cruz es el primer productor de alimentos y que tiene 8,1 millones de hectáreas adicionales para uso agropecuario sostenible, respetando al bosque?
En realidad, ningún candidato puede darse el lujo de dejar la silla vacía y el precioso momento de mostrarse de cuerpo entero ante un sector estratégico (que nuclea a grandes sectores populares en su cadena productiva). Era el momento de proyectar su candidatura y dejar establecido si es una continuación del gobierno o buscará guardar distancia de la gestión de los últimos 20 años.
Andrónico Rodríguez ha protagonizado una accidentada candidatura (rechazada por Evo Morales) y figura en tercer lugar en las primeras encuestas, sin abrir la boca. El candidato (mudo) tenía que demostrar que no tiene jefe, y quiere competir en unas elecciones cruciales y excepcionales en todo sentido. Las próximas elecciones no solo suponen la culminación de un siglo político, sino la recuperación y revalorización del sistema democrático y los valores constitucionales.
Los candidatos siempre deben tener presente que en democracia las formas, los modos, los procedimientos, los ritos, los gestos, las palabras, los mensajes, los silencios, son tan importantes como los contenidos. En los casi 20 años de gobiernos del MAS, no hubo debate político. El eterno candidato Evo Morales rechazaba toda posibilidad de confrontar las ideas con el cuento de que todo el tiempo debatía con el pueblo. En las filas azules han confundido propaganda con debate y aunque ambas figuras son imprescindibles en una contienda electoral tienen metodologías, formas y efectos distintos. La propaganda es una forma de comunicación que tiene como objetivo influir en la actitud de una comunidad respecto a alguna causa o posición, presentando solamente un lado o aspecto de un argumento. El debate, en cambio, supone una discusión en la que dos o más personas opinan acerca de uno o varios temas y en la que cada uno expone sus ideas y defiende sus puntos de vistas.
El debate no sólo apuesta por la legítima competencia entre los candidatos sino también constituye un derecho del elector al voto informado. El ciudadano necesita no solo que se lo atosigue con propaganda las 24 horas del día sino información completa, oportuna y deputada. La sana confrontación de ideas debe protegerse, incluso, la que choca, irrita o inquieta a los adversarios y funcionarios públicos o a un sector cualquiera de la población. En una sociedad democrática, la prensa debe informar ampliamente sobre cuestiones de interés público, que afectan bienes sociales, y los funcionarios deben rendir cuentas de su actuación en el ejercicio de sus tareas públicas.
El Estado garantiza el derecho a la libertad de expresión, de opinión y de información, a la rectificación y a la réplica y el derecho a emitir libremente las ideas por cualquier medio de difusión, sin censura previa (art. 106 CPE). El debate garantiza además la transparencia y la fiscalización del proceso electoral, de modo que los candidatos deben asistir y debatir, salvo que quieran cercenar uno de los derechos básicos del elector como es el derecho al voto informado y tratar de imponer un proceso electoral totalitario.
*Jurista y autor de varios libros.