
Dr. (mirando el monitor cardíaco, cruzando las piernas con elegancia suiza):
—Tina, tu corazón está tocando los últimos compases. Puedo asegurar que será un final en tempo andante... con sordina.
TINA TURNER (riéndose con voz ronca):
—Y pensar que sobreviví a Ike, a la cocaína y a los ochenta. ¿Y me va a matar un riñón suizo de segunda mano? ¡Qué ironía más barata!
DR.
—No subestimes la precisión suiza. Aquí hasta la muerte llega puntual.
TINA:
—La muerte y tus facturas, querido. Carísimas ambas.
DR. (con una leve sonrisa):
—Supongo que el karma es bilingüe... y cobra en francos.
TINA (mirándolo con picardía):
—Oh, doctorcito... si el karma tuviera sentido, Ike estaría debajo de este colchón, lustrándome las sandalias.
DR.
—Y sin embargo, tú fuiste la que terminó con hipertensión, trasplante fallido y cantando ‘The Best’ en clínicas de diálisis. Ironías del rock and roll.
TINA:
—Me lo bebí todo, me lo fumé todo, y me acosté con casi todo lo que se movía en los 80. ¿Y sabes qué? No me arrepiento. Mi hígado se fue primero, luego el amor... y ahora tú vienes a quitarme el sarcasmo.
DR.
—Nunca me atrevería. Tu sarcasmo es más resistente que tus órganos.
TINA:
—Eso porque no has probado mis piernas. Esas resistieron más giras que tu bisturí.
DR. (anotando en su libreta):
—Causa de muerte probable: exceso de ritmo en las caderas. Diagnóstico secundario: lengua viperina crónica.
TINA:
—Pon eso en mi lápida. Y agrégale: “Murió como vivió: gritando, cantando y mandando al carajo al protocolo”.
DR. (más suave, pero aún irónico):
—Lo haré. Aunque el protocolo dice que deberías estar tranquila. Espiritual. En paz.
TINA (cerrando los ojos un segundo):
—La paz está sobrevalorada. Yo vine a esta vida a hacer ruido. Y si el cielo no tiene escenario, lo convierto en uno. ¿Sabes una cosa, Doc?
DR.
—Dímelo, Tina.
TINA (abriendo los ojos con brillo final):
—He sido una maldita tormenta. Y tú… un paraguas caro. Pero igual te agradezco.
DR. (Casi con ternura):
—Y tú fuiste una explosión que la ciencia apenas alcanzó a observar… desde lejos. Buen viaje, señora Turner.
TINA (mirando al techo):
—Diles que preparen los amplificadores allá arriba. No vengo a descansar. Vengo a sacudir el purgatorio
El que ausculta palabras
Donde el bisturí no llega, va la letra