
Un amanecer trágico sacudió este viernes 25 de julio a la región de Sud Yungas, en el departamento de La Paz. Una vagoneta Toyota Ipsum, con seis ocupantes a bordo, se embarrancó al menos 200 metros antes de llegar a la localidad de Yanacachi. El saldo fue devastador: tres personas murieron en el lugar y otras tres resultaron gravemente heridas. La tragedia enluta a una familia entera, pues todas las víctimas pertenecían al mismo núcleo familiar.
El accidente ocurrió entre las 4:00 y 5:00 de la madrugada, en una curva peligrosa del tramo que conecta La Asunta con La Paz. Según testigos y reportes preliminares, el vehículo perdió el control y se precipitó hasta un lecho de río, donde se incendió tras el impacto. Las tareas de rescate se extendieron por varias horas debido a la dificultad del terreno.
Las víctimas fatales fueron identificadas como Ramiro Quispe Zenteno, su esposa Lorenza Balcázar Yupanqui y uno de sus hijos, José Quispe Balcázar. Sus cuerpos fueron recuperados por personal de Bomberos y trasladados a la morgue municipal de Yanacachi. El dolor se apoderó de la comunidad, que conocía a la familia por su vínculo con el sector agrícola de la zona.
Los tres sobrevivientes, todos varones entre los 25 y 40 años, fueron evacuados en primera instancia al centro de salud de Yanacachi y luego transferidos al Hospital Arcoíris de La Paz. Uno de ellos, el conductor de la vagoneta, se encuentra en estado crítico en terapia intensiva, con riesgo vital. Los otros dos fueron ingresados a terapia intermedia y hospitalización general.
El director médico del Hospital Arcoíris, Luis Bedregal, confirmó la gravedad del estado de salud de los pacientes. “Son casos muy delicados. El conductor tiene múltiples lesiones internas y está siendo monitoreado constantemente. Los otros dos pacientes, aunque estables, permanecen bajo estricta vigilancia médica”, declaró ante los medios.
Las autoridades policiales y de Bomberos no descartan ninguna hipótesis sobre las causas del siniestro. Las investigaciones apuntan a una posible combinación de falla mecánica, fatiga del conductor y las precarias condiciones del camino. La ruta es conocida por su peligrosidad: curvas cerradas, neblina frecuente, escasa señalización y tramos sin barreras de contención.
Este nuevo hecho revive el debate sobre la seguridad vial en los caminos de los Yungas, una región que ha cobrado incontables vidas en los últimos años. Transportistas y pobladores exigen desde hace tiempo mayor inversión en mantenimiento y señalización, así como controles más rigurosos al transporte público y privado.
Mientras tanto, familiares de las víctimas velan a sus seres queridos y rezan por la recuperación de los heridos. El accidente no solo enluta a una familia entera, sino que también vuelve a encender las alarmas sobre la fragilidad de las rutas que conectan a las zonas rurales del país, donde una curva mal tomada puede convertirse en una sentencia de muerte.