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Perdido en la papeleta, ahora quiere el voto nulo

Perdido en la papeleta, ahora quiere el voto nulo
Rolando Tellería A. | Profesor de Ciencias Políticas de la UMSS
| 2025-08-14 06:57:58

Finalmente, el sueño de Evo Morales, que no lo dejó en paz y lo persiguió sin tregua, de estar en la papeleta electoral en los comicios del 17 de agosto, no se ha cumplido. Este desenlace tiene varios episodios, no es un hecho aislado. Es el resultado de un entramado de decisiones, conflictos internos, presiones jurídicas, disputas estratégicas y quiebres de poder.

En ese sentido, para esbozar y proyectar los escenarios que vienen después del 17 de agosto, es importante revisar esa concatenación de hechos políticos que dan lugar a esta ausencia, celebrada por muchos bolivianos.

Ciertamente, el 21F es el punto de inflexión. Es el inicio de la debacle. Desde esa fatídica fecha, la caída de Morales es sostenida. Lo que vive hoy es el costo de esa absurda decisión política de habilitarse como candidato en 2019, cuando todos le decían NO. Si hubiera respetado los resultados de la consulta popular, otro habría sido su destino. Fue un error capital y los costos los arrastra hasta ahora.

Ese error lo “maldijo” para siempre. El fantasma del 21F lo perseguirá hasta sus últimos días.

El fantasma del 21F también derrumbó el mito. Cae al subsuelo la imagen de líder indígena incorruptible, alejado de las pasiones humanas, incapaz de mentir y robar. Lejos de aquella imagen de “mesías” —aunque todavía se cree el salvador—, ahora, en el imaginario popular, es un simple mortal, vulgar y contradictorio. Débil frente a los placeres de la carne y abusador, con la mentira y el engaño entre sus principales aliados.

En 2019, el fantasma del 21F, revestido de revuelta popular, lo acechó y provocó su renuncia. Nunca se podría sostener la tesis de que fue un golpe de Estado, como todavía la defienden algunos fanáticos. Fue la revuelta popular que acorraló a Morales e indujo su renuncia.

Como se sabe, alejado del poder, primero se refugió en México, luego en Argentina. Desde ahí, obsesionado por el poder, planificó su retorno. Como no podía ser candidato en 2020, más allá de lo que proclamaban y pedían las bases, decidió unilateralmente designar a Luis Arce Catacora como candidato a la presidencia por el Movimiento al Socialismo (MAS), proclamándose él mismo como “jefe de campaña”.

Seguramente pensó, a través de Arce Catacora, retomar el poder gobernando indirectamente. En términos políticos, la decisión, otra vez, fue un error capital. Una de las razones para que Evo no esté en la papeleta es ese tremendo error. Al final, fue Arce Catacora quien sacó a Morales de la papeleta. De un modo absurdamente pueril, atribuyen la responsabilidad de esta ausencia a los magistrados prorrogados del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) y a los vocales del Tribunal Supremo Electoral (TSE). Estas instancias, ciertamente, cumplieron sus instrucciones. Si se observa bien, en el fondo, Arce Catacora fue un excelente defensor de los resultados del 21F, al proscribir a Morales de las elecciones de 2025. Le arrebató la sigla. Luego anuló a todas las otras con las que eventualmente pretendía inscribirse como candidato.

Fue un craso error político, también, iniciar prematuramente su campaña para 2025. En octubre de 2023, inició formalmente su carrera como candidato, en el Congreso de Lauca Ñ, proclamándose presidente del partido y único candidato. Esa decisión marca el inicio de la división al interior del partido “hegemónico”.

Como esa arbitraria proclamación no tuvo aceptación en los sectores “arcistas” del partido, incrustados en el aparato del Estado, más bien provocó reacciones contrarias; Morales instruyó a toda su bancada a boicotear la gestión de Arce. Desde el parlamento, con su bancada, se convirtió en el principal opositor. Todo lo que llega del Ejecutivo debe ser rechazado sistemáticamente. De este modo, de aliados políticos, de alumno a profesor, de discípulo a mentor, se convierten en acérrimos enemigos, ambos se desean recíprocamente “la muerte”. El que proclama la consigna de “patria o muerte” suplica ahora para que Arce Catacora no lo mate. Lo repitió varias veces en su radio.

En ese conjunto de decisiones políticas, al agotar las vías formales en el TCP y el TSE para recuperar la sigla y habilitarse como candidato, decidió trasladar su lucha a las calles. Al más puro estilo “golpista”, pretendió acortar el mandato de Arce Catacora. Para este fin, en 2024 intentó convulsionar el país con una marcha y dos criminales bloqueos. La convulsión tenía que generar violencia, sangre y muertos. Sin embargo, al no alcanzar estos objetivos que debían culminar con la renuncia del presidente, las movilizaciones y la decisión política fueron un rotundo fracaso.

No obstante el fracaso de todas estas estrategias políticas, continuaron amenazando con incendiar al país si Evo no estaba presente en la papeleta. “Sin Evo no hay elecciones”, repetían en los medios como “papagayos”.

Al fracasar en todas sus decisiones, estrategias jurídicas y políticas, sin su presencia en la papeleta, ahora pide el “voto nulo”. Con esta nueva decisión pretende deslegitimar los comicios del 17 de agosto. Calcula —quien le habrá hecho creer— que los cuatro millones de electores que hubieran votado por él si estuviera en la papeleta, ahora votarán NULO.

Perdido en la papeleta y “perdido” políticamente, ¿se equivoca otra vez al pedir el voto NULO?

Este 17 de agosto tendremos la respuesta. Ojalá que nuevamente sea “un revés” y finalmente reflexione y considere su retiro, después de haber hecho tanto daño, no solo a su partido, sino al país entero, con su afán reeleccionista.

La realidad, empero, nos muestra que toda la presión ejercida para el acortamiento del mandato de Arce la replicará y con más fuerza con el nuevo gobierno. Su enfermedad es incurable.

*El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón.

Rolando Tellería A. | Profesor de Ciencias Políticas de la UMSS