El respaldo de Alejandro Almaraz a Samuel Doria Medina revela un fenÛmeno interesante: parte de la izquierda explora cÛmo reubicarse sin perder influencia en el manejo del Estado. Almaraz, figura histÛrica de la reforma agraria y del estatismo andino, representa a esa corriente que busca preservar el modelo centralista y burocr·tico que ha marcado la polÌtica boliviana. Samuel, que se define como socialdemÛcrata y participa en espacios de la Internacional Socialista, no es ajeno a ese marco ideolÛgico. Su propuesta combina reformas con preservaciÛn de ciertas estructuras estatales, algo que lo hace atractivo para sectores que quieren un cambio de liderazgo pero no un viraje dr·stico. Para la izquierda, su candidatura ofrece una transiciÛn controlada. Para Samuel, estos apoyos amplÌan su base y refuerzan su imagen de candidato capaz de unir corrientes distintas contra el MAS. El problema es que en Santa Cruz, el abrazo con Almaraz es un insulto polÌtico. Su nombre sigue asociado al despojo y la confrontaciÛn. Y ese costo podrÌa ser m·s alto que el beneficio.