Tribuna

Una tensa calma, antes de la tormenta

Una tensa calma, antes de la tormenta
Jhonny Vargas - Politólogo | Politólogo
| 2025-08-15 07:28:28

El exmandatario, político astuto pero de espíritu limitado, por no decir miserable, e inculto como siempre, jamás reconoció su derrota. Cobarde como siempre, nunca asumió sus errores ni su irresponsabilidad ante todo el país. Jamás adoptó soluciones económicas o políticas de fondo; solo aplicó medidas primarias que trastornaron las condiciones esenciales de la vida política boliviana. Como siempre, su obsesión fue el poder. Cumplirá todas sus amenazas, respaldadas por sus diferentes esbirros; con dos mandamientos de aprehensión sobre su cabeza, no tiene nada que perder y seguramente intentará, por todos los medios, desatar el caos.

Bajo su dictadura, la región del Chapare vive mucho peor que antes de la expulsión de la DEA, sin la presencia efectiva del Estado. Está empeñado en malograr el antes y el después de la fiesta democrática que vivirán los bolivianos este 17 de agosto. Está nervioso ante las preocupaciones de sus dirigentes, quienes sienten cercana la caída del régimen.

Se aprecia la belleza del Estado Plurinacional, aunque hacen falta días y meses para obtener un litro de aceite o un bidón de gasolina, y una tarde para comprar pan, cuando hay, porque hoy en día no existe ni eso. El corporativismo ha suprimido toda iniciativa individual. El ardor de algunos grupos de choque, ejercitados y nutridos especialmente por el financiamiento del narcotráfico, que muestran con orgullo los avances del “proceso de cambio” —con sobreprecio y corrupción de por medio— no basta para compensar la apatía de un pueblo entero como el boliviano, que cumple sin esperanzas su derecho a votar en una elección presidencial totalmente forzada, eligiendo entre el mal menor, o al menos el menos peor.

El exmandatario, en 14 años de gobierno, persiguió sin tregua a sus detractores, procesando a muchos contestatarios del régimen y desterrando a numerosos bolivianos de diferentes clases sociales. Muchos dirigentes políticos opositores e intelectuales patriotas tuvieron que abandonar el país por culpa del exmandatario.

Morales, quien concentró en sus manos todos los poderes y decidió, sin limitaciones, quién podía ser funcionario público en Bolivia, gobernó como un déspota oriental, adornado con “guirnaldas de coca”, “ñustitas” y todas las ridiculeces, tonterías y vulgaridades del occidente boliviano. El “proceso de cambio” no es más que un triste recuerdo. Tanto el exmandatario como Arce se han inspirado en el viejo principio de que la fuerza es la partera de las sociedades, donde las bases y los movimientos sociales predominan; un principio falso que acabará desmoronándose. En efecto, para dar a luz monstruos es particularmente necesario un fórceps, en este caso un instrumento político con forma de tenaza que se usa para todo.

Los intentos de unidad del bloque popular o de la izquierda son, teóricamente, un absoluto fracaso, aunque en la práctica pueden surgir sorpresas de último momento. Los campesinos del área rural, incapaces de distinguir la derecha de la izquierda, votarán por alguna de las opciones electorales que marcan la preferencia de sus hermanos urbanos; muchos votarán en blanco o nulo, manipulados por radios comunitarias afines al evismo. Los ciudadanos urbanos también votarán en blanco o nulo porque no están de acuerdo con el sistema electoral ni con los demás candidatos. Pero eso no significa que el exmandatario tenga el apoyo rotundo del voto nulo; astutamente, busca camuflarse y darse un baño de legitimidad que no posee, ya que ha perdido el favor y el apoyo del pueblo.

Esta tensa calma, antes de la tormenta, solo indica que aún faltan muchos episodios por vivirse. El evismo es una calamidad nacional. El miedo es una enfermedad; así se sostienen los regímenes dictatoriales: mediante el terror. Por ello, muchos venezolanos arribarán a nuestro país en estas fechas, algunos para retornar a su patria y otros, de manera clandestina, para contribuir a la agitación planificada en Bolivia, si el bloque de unidad popular no logra mantener el régimen dictatorial. Por esencia, ellos son antidemocráticos y no respetan los resultados de una elección. La primera regla de la democracia es saber perder; el MAS nunca comprendió este principio y jamás lo comprenderá.

A medida que surgen dificultades, abandonan opciones y barajan otras posibilidades para lograr una sola cosa: que los masistas se mantengan en el poder. Según su frase, “millones y millones pueden sustituir a los miles de imperialistas, pititas, terratenientes, croatas y neoliberales” que antiguamente dirigían Bolivia. Eso resume su concepción de política.

Lo que queda del proceso de cambio y del modelo económico desaparecerá con la doble crisis que se cierne sobre el país: crisis económica y crisis del sistema político. El Estado Plurinacional, cada vez más trágico, no sabe cómo salir de esta crisis. Son innumerables las deserciones en las filas del instrumento político. Entre todas las corrientes, el evismo resultó ser el más radical, cínico y oportunista. Bolivia, en este periodo caótico, como en todos sus periodos de disturbios, tiene hambre de libertad. El exmandatario no se deja afectar por ello y, convencido de que ya no tiene nada que perder y de que lo esencial para el evismo es subsistir, procura conseguirlo instituyendo el Socialismo de “guerra sin cuartel”, de campaña permanente, atacando todos los frentes. El instrumento político se desintegró, así que busca causar impunemente el mayor daño y perjuicio a todos los bolivianos.

Jhonny Vargas - Politólogo | Politólogo