
Esta entrevista nunca ocurrió. Es un ejercicio de memoria, un intento de dar voz a Ana Frank poco antes de su deportación a un campo de concentración. El diálogo, imaginado, pretende recordar que detrás de cada víctima del Holocausto hubo sueños, proyectos y humanidad que no deben olvidarse jamás.
Ana Frank:
Doctor, ¿qué me espera allá donde dicen que nos llevan? Hablan de un lugar con muros altos y cercas, como si fuéramos peligrosos. ¿Qué puede temer el mundo de una muchacha que solo escribe en su diario?
Médico:
Lo que temen no son tus palabras, Ana. Temen lo que revelan: que aún en medio de la guerra, un ser humano puede conservar esperanza. El poder siempre le teme a quien no se rinde.
Ana Frank:
¿Esperanza? Dicen que allá nos quitan hasta el nombre. Que seremos un número, un registro en una lista que ni siquiera alguien leerá. ¿De qué sirve escribir sobre sueños si nos quieren borrar?
Médico:
Sirve para que quede constancia de lo que nunca debió ocurrir. Para que generaciones futuras comprendan el precio de la indiferencia. El mundo, Ana, se está dejando llevar por el odio, y cada niño, cada mujer, cada anciano deportado es una señal de hasta dónde puede llegar la crueldad.
Ana Frank:
Me pregunto si algún día alguien leerá lo que dejé en mi cuaderno. Quizá digan que exageré, que eran cosas de adolescente. Pero allí está mi verdad: quería vivir, quería reír, quería ser alguien más que una víctima.
Médico:
Tu voz es más fuerte que las balas y los trenes. Créeme, Ana: incluso si el cuerpo cae, la palabra resiste. Esa es la ironía amarga de esta tragedia: quienes hoy creen que vencen con violencia, en realidad están sembrando memoria en cada víctima.
Ana Frank:
Entonces, doctor, ¿este viaje que nos imponen es el precio de haber nacido distintos?
Médico:
Sí, Ana. Es la muestra más absurda y condenable de lo que puede hacer la humanidad cuando olvida que todos compartimos la misma dignidad. Es un crimen que no debería repetirse jamás.
Ana Frank:
Ojalá que el dolor de tantos no sea en vano. Ojalá que, cuando lean mis palabras, entiendan que un pueblo entero fue llevado al silencio, y que nunca más se permita repetirlo.
Médico:
Que así sea, Ana. Que tu voz se levante donde ellos quisieron imponer silencio. Que tu vida, interrumpida a la fuerza, se convierta en un llamado eterno contra la barbarie.
Epílogo
El que ausculta palabras, donde no llega el bisturí va la letra…