No les falta razón a los jugadores top del circuito cuando afirman que Jannik Sinner (1º) y Carlos Alcaraz (2º) juegan en otra liga. ¿Esto significa que no pueden perder? Por supuesto que no: ambos acumulan (pocas) derrotas ante distintos rivales. Sin embargo, en el inicio del US Open volvieron a demostrar que en las pruebas de resistencia, los Grand Slams, la distancia que los separa del resto es considerable. Este viernes, en el primer turno del Arthur Ashe, el español se impuso ante Luciano Darderi (34º) por 6-2, 6-4 y 6-0 en la tercera ronda.
¿Jugó mal Darderi? Al menos, durante los dos primeros sets, para nada. Se plantó desde la línea de base, aceleró la bola con vehemencia, mantuvo buenos porcentajes de primeros saques y aplicó variantes en su juego. Incluso logró quebrarle una vez el servicio a su rival -el primero en conseguirlo en el torneo-.
Sin embargo, Carlitos completó un partido casi perfecto, con muy pocas fisuras. Salvo un par de desatenciones en la segunda manga (pasó del 4-1 al 4-4), impuso un ritmo superior: con sus winners duplicó los errores no forzados y nunca dio un paso atrás. No resignó la iniciativa y encontró en las subidas a la red una alternativa eficaz para variar su estrategia.
Habitualmente, cuando Alcaraz salta a la cancha, se baila con la música que el quiere se baile. Dicta el ritmo del juego según la melodía de su música. Y lo hizo incluso arrastrando un problema físico: antes de colocarse 2-0 solicitó asistencia médica para recibir un masaje en la zona del cuádriceps derecho. "Sentí algo en la rodilla", explicó.
Aunque pareció perder algo de explosividad -incluso mostró gestos de dolor-, el pupilo de Juan Carlos Ferrero arrasó en el tramo decisivo: fue para adelante, acortó los peloteos y aprovechó algunos errores del rival para cerrar el triunfo en 1h44m.
En la próxima ronda, Alcaraz se medirá con un jugador francés: el ganador del duelo entre Benjamin Bonzi (51º) y Arthur Rinderknech (82º).
