Luis Arce asegura que “el pueblo boliviano lo va a extrañar”. ¿Extrañar qué exactamente? ¿Las colas eternas para conseguir combustible? ¿La inflación que pulverizó el salario de miles de familias? Tal vez crea que los bolivianos somos masoquistas y disfrutamos de la persecución política, los escándalos de corrupción y las “pillerías” de sus hijos. Según Arce, también vamos a extrañar su “industrialización” invisible y su “blindaje económico”, ese que se rompió en mil pedazos con la falta de dólares y la crisis más grande de los últimos 40 años. Lo cierto es que ni él ni Evo Morales pueden lanzarse la piedra, porque ambos son responsables del descalabro económico y social del país. Pretender que el MAS será recordado como una época dorada es un chiste de mal gusto. El pueblo no extrañará sus mentiras ni sus informes maquillados. Tal vez quien extrañe será el propio Arce, cuando ya no tenga el poder para seguir inventando cuentos. A Bolivia, en cambio, lo que le urge es pasar página.