Bajo el penoco

La paja en el ojo…

| 2025-09-03 06:37:25

A lo largo de la historia, los grandes personajes nunca estuvieron libres de críticas. Winston Churchill fue un fumador empedernido y alcohólico, pero también el hombre que salvó a la civilización occidental del nazismo. Jesucristo fue visto como un “melenudo” y un agitador incómodo para las autoridades de su tiempo, y sin embargo transformó para siempre la historia de la humanidad. La grandeza rara vez viene en envase perfecto. Lo mismo ocurre con Percy Fernández, que acaba de dejarnos. Sus detractores recuerdan sus excentricidades, sus actitudes polémicas y sus gestos imprudentes con las mujeres. Pero esa es solo una cara de la moneda. La otra, la que muchos prefieren omitir, es la del alcalde que modernizó Santa Cruz, que abrió avenidas, construyó puentes, parques y mercados, que transformó una ciudad intermedia en una metrópoli de proyección internacional. Percy, con todas sus luces y sombras, fue un líder irrepetible. Criticar sus defectos es legítimo, pero negarle su aporte histórico es injusto. Como siempre, vemos la paja en el ojo ajeno, olvidando el bosque que nos dejó.