Ahora está más claro que el agua: el supuesto difunto Movimiento Al Socialismo (MAS), antes de entrar a su “ataúd político”, se reencarnó en el ganador de las elecciones generales, Rodrigo Paz, y en su acompañante Edman Lara, por el Partido Demócrata Cristiano (PDC), con vistas a la segunda vuelta fijada para el 19 de octubre próximo, en la que se elegirá presidente y vicepresidente del país. No hay por dónde perderse, lo que permite razonar a la población: ¿elegimos el continuismo del MAS disfrazado de PDC o damos un giro de 180 grados eligiendo a Tuto Quiroga de la Alianza Libre?
Esa reencarnación del MAS en el PDC debe llamarnos la atención, porque ahora ese voto azul que perteneció por casi veinte años al masismo en el occidente y parte de los valles pasó directamente a la dupla Rodrigo Paz–Edman Lara. Apoyo electoral que les permitió ganar, aunque no por amplio margen, al binomio Tuto Quiroga–JP Velasco. Nuevo mapa electoral que también permitió que la “media luna” nuevamente volviera a salir en la parte oriental del país.
Ese voto masista en favor de los candidatos del PDC esta vez no tuvo nada de identitario; más bien fue un escape a la crisis económica que vivimos y una negociación a cambio de curules en el Parlamento (cerca del 70% de la bancada del PDC está conformada por masistas). Lo que se debe resaltar es que el cierre del ciclo masista en la política nacional constituye, por primera vez en la historia, la salida de una fuerza hegemónica que duró casi veinte años, pero que fue desplazada de manera democrática mediante el voto ciudadano, sin recurrir a la violencia, como ocurrió en anteriores épocas.
Mientras muchos celebran ingenuamente que el MAS desapareció, no señores: el MAS sigue vivito y coleando. Lo que en realidad sucede es que el masismo se reencarnó en el PDC para proteger a los corruptos del MAS. No por nada ya se habla de que, por debajo de la mesa, habría un acuerdo político entre Rodrigo Paz y Evo Morales, para justamente tapar los procesos judiciales en contra de este último y archivar los actos de corrupción cometidos durante las gestiones presidenciales evista y arcista.
También es notorio que los “movimientos sociales”, bajo ese denominativo que protege a sindicatos y organizaciones bajo fuerte control masista, ahora pasaron al PDC. No por algo ese 15% de voto nulo que se registró en la primera vuelta en favor de Evo Morales irá a beneficiar a la dupla Paz–Lara el próximo 19 de octubre.
Toda esta estrategia política tiene un solo nombre: Cuba. Jugada muy bien calculada desde ese país socialista para reacomodar y ocultar el rostro “indígena-popular” del MAS en el PDC, con lo que se está maquillando la continuidad del Socialismo del Siglo XXI y manteniendo la maquinaria izquierdista bajo control externo cubano.
El MAS sigue vivo dentro de la política nacional, no está muerto. Solo que ahora muestra otro rostro: más urbano, “blancoide” y con otro ropaje: más citadino. Ocultando su cara indígena–originaria–campesina, tiene la orden de su patrón cubano de seguir destruyendo las instituciones del Estado y debilitando nuestra democracia.
La gente debe tener claro que votar en la segunda vuelta por el PDC, en el fondo, es seguir votando por el masismo. Ahora se entiende cómo Rodrigo Paz ingresó en sus campañas preelectorales de la primera vuelta a bastiones considerados “territorios” exclusivos del MAS, como por ejemplo Achacachi, dominio de los Ponchos Rojos.
El país aún está a tiempo de reflexionar antes de acudir nuevamente a las urnas en octubre y decidir de manera bien pensada por quién votar. No seamos ingenuos: el MAS no está sepultado, está reencarnado y disfrazado con otro rostro. Lo cual le puede permitir seguir en el poder si la dupla Rodrigo Paz–Edman Lara del PDC gana en esta próxima segunda vuelta electoral.