Sin la soga y sin la cabra

Bolivia corre el riesgo de quedarse sin la soga y sin la cabra. Primero se dejó morir al gas, y ahora Santa Cruz —la gallina de los huevos de oro— está en la mira del narcotráfico. Si el crimen organizado se adueña de la región, no solo se pone en jaque la seguridad de la gente, también el motor de la producción que sostiene al país. Las balaceras, los secuestros, las caletas de droga y los asesinatos a plena luz del día muestran que los carteles ya operan como en México o en Ecuador. Y si algo nos enseñan esos ejemplos es que la violencia no tarda en devorarlo todo: inversiones, trabajo, confianza y hasta la esperanza de un futuro estable. Que no nos engañen: el narcotráfico no es sinónimo de progreso. Si lo fuera, el Chapare o Yapacaní serían potencia económica. Lo único que deja es pobreza, miedo y dependencia. Bolivia no puede darse el lujo de matar su último motor productivo.