
El disidente ruso Alexei Navalny fue envenenado en la cárcel, según confirmaron pruebas de laboratorio en dos países occidentales. Su esposa, Yulia Navalnaya, ha desvelado que el equipo de Navalny ha logrado obtener muestras de su material biológico y transportarlas a laboratorios en dos países distintos. También asegura tener el testimonio de cinco empleados de la prisión que dan una idea aproximada de lo que pasó.
"Hemos recolectado cada rastro de información, cada discrepancia en los documentos médicos, pistas ofrecidas por fuentes para obtener nueva información". Lo más importante es que "en febrero de 2024 logramos obtener y sacar restos de Navalny fuera del país". Dos laboratorios analizaron de manera independiente esas muestras, "y ambos han concluido de manera independiente que Alexei fue asesinado, concretamente, envenenado", dice Yulia Navalnaya en un vídeo distribuido por la organización donde ofrece detalles sobre el asesinato político más relevante de la dictadura de Putin.
Navalny fue arrestado en 2021 después de regresar a Rusia tras recibir tratamiento médico en Alemania por envenenamiento con el agente nervioso Novichok. En diciembre de 2023 fue trasladado a una remota colonia penal en el Círculo Polar Ártico. Rusia no ha explicado la muerte de Navalny, que ocurrió a menos de un mes antes de unas elecciones presidenciales, que extendieron el mandato de Putin por más de dos décadas. Solamente dijeron que sucedió mientras caminaba en el patio de la prisión. Desde el primer día, Yulia Navalnaya ha culpado al Kremlin por la muerte de su esposo, lo cual Moscú ha negado. "Putin no podía permitir que Alexei siguiese libre", sentencia Navalnaya.
Navalny murió en la remota prisión de Jarp, en el ártico, el 16 de febrero de 2024. Jarp es un lugar construido sobre instalaciones del Gulag soviético, parcialmente incomunicado porque no funcionan los servicios online y las cartas llegan dos semanas después de ser enviadas, "aunque ninguna llegó a Alexei", lamenta Navalnaya, que cree que enviaron a Alexei a ese lugar "remoto y cerrado" para que "nada ni nadie pudiese interferir con el "trabajo" que iban a hacer".
En los días previos a su muerte, Navalny, que se encontraba en régimen de aislamiento, se había quejado de dolores en una pierna. El día de su muerte se sirvió la comida a las 11.30 y después le permitieron pasear en un patio. Según el inspector de seguridad Anton Nemtsev, durante el paseo Alexei golpeó la puerta del diminuto patio —más bien un pasillo a cielo abierto— diciendo que se sentía mal. En lugar de avisar a un médico, le llevaron a su celda, la 16, donde según estos testimonios se tumbó en posición fetal, agarrándose las rodillas contra el pecho y gritando de dolor. "Dijo que el pecho y el estómago le ardía, y entonces empezó a vomitar", relata Navalnaya con el voluminoso informe a su derecha. El propio Nemtsev asegura que Navalny sufría convulsiones, tosía y gemía. Los guardas le dejaron agonizar en la celda.
El guardia de seguridad Alexander Belich se quedó mirando por la rejilla durante un rato. Después cerró la puerta del pasillo para no seguir contemplando el horrible espectáculo. Fue después cuando volvió el jefe de la enfermería, Alexei Lisyuk, que justo se había ido a comer. Lisyuk también reseña convulsiones en el preso, tanto en la cara como en brazos. Es entonces cuando lo sacan de la celda y Navalny empieza a jadear. En la enfermería lo tumban en un sofá, ya inconsciente. No despertará. A las 13:25, 40 minutos después de que se sintiese mal, llamaron a una ambulancia, donde dos doctoras trataron de reanimarlo sin éxito.
"A las 14:17 el electrocardiograma ya no mostraba actividad cardiaca", relata Navalnaya. Las doctoras dictaminaron: "Convulsiones, muerte súbita". Navalnaya cree que las convulsiones —que le causaron heridas en rodillas y codos— indican envenenamiento. Los dos laboratorios le dan la razón.
"DEJEN DE APACIGUAR A PUTIN"
"¿Y ahora qué? No lo sé. Un ciudadano ruso fue asesinado en suelo ruso, y todas las pruebas están ahí. Los países occidentales no tienen fundamento legal para iniciar o procesar un caso penal", ha dicho la viuda, que sí ha pedido dejar de "apaciguar" a Putin.
Navalnaya denuncia también el encubrimiento de las autoridades rusas. "Cada paso que dio Alexei fue filmado en vídeo". Sin embargo, no hay imágenes del último día de su vida. Y eso que, de acuerdo con un plano de la prisión, hay hasta 63 cámaras en el pabellón donde estaba Navalny. Al menos tres vigilaban la celda del opositor. Pero no hay ni una imagen. "El Kremlin podría haber mostrado vídeos para probar que no mienten", pero "parece que esas grabaciones no encajan con la versión oficial".
El equipo de Navalny sí ha conseguido imágenes de cómo quedó la celda del disidente: se ve vómito (y lo que parece ser sangre) en el suelo. "Acuso a Vladimir Putin del asesinato de mi marido, acuso a los servicios de seguridad rusos de desarrollar armas biológicas prohibidas, pido a los laboratorios que publiquen los análisis", clama Navalnaya en su alocución: "Dejen de apaciguar a Putin, no lo pueden aplacar, mientras callas Putin no se detiene, la única manera de luchar contra Putin es actuar de manera valiente y abierta".
Rusia ha calificado la Fundación Anticorrupción de Navalny y sus oficinas regionales como "organizaciones extremistas". La participación en un grupo extremista se castiga con hasta seis años de prisión y muchos de los que hicieron campaña en apoyo de Navalny han sido encarcelados o han huido del país.
Navalny se convirtió en el disidente más relevante durante las grandes manifestaciones de la oposición en Moscú entre 2011 y 2013. Durante años afrontó una avalancha de acciones legales y recibió múltiples sentencias después de establecer una red de oficinas regionales y la Fundación Anticorrupción, que hizo videos de denuncia sobre funcionarios que tuvieron una amplia audiencia. Después de la muerte de Navalny, se supo que en esos días se estaban llevando a cabo conversaciones sobre su inclusión en un intercambio de prisioneros.