Ni bien el candidato del Partido Demócrata Cristiano, Rodrigo Paz, prometió legalizar los denominados "autos chutos", lo que equivale a hacer lo mismo que hacía Evo Morales, "legalizar lo ilegal", enormes caravanas de automóviles sin papeles, muchos de ellos robados, empezaron a cruzar la frontera, como efecto de esa promesa. Lo mismo está pasando con los avasallamientos de tierras: la expectativa de un populismo remozado, protector de lo ilegal, está actuando como un fertilizante para la delincuencia organizada que actúa sobre todo en Santa Cruz.
El fenómeno de los avasallamientos está alcanzando un auge descarado y violento, impulsado por una convicción peligrosa: la impunidad seguirá reinando. La mafia política del MAS, que protegió durante veinte años a estos grupos delincuenciales, está de salida, lo que debería provocar un repliegue de los avasalladores. Sin embargo, ocurre lo contrario. No solo se han incrementado sino que sus ataques son más alevosos.
¿Qué los alienta? La promesa de un nuevo ciclo populista con la misma permisividad, cuyo principal referente, el capitán Edman Lara, ha estado haciendo promesas demagógicas mientras su cercanía al MAS es evidente. El “efecto Lara” es la esperanza, alimentada por la demagogia, de que la complicidad con el delito seguirá intacta.
El sector productivo ha puesto cifras a esta crisis. El presidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), Klaus Frerking, reveló que existen 331 predios avasallados en todo el país.
La gravedad de estos hechos ha escalado de la simple invasión a la criminalidad pura. Los avasalladores no solo ingresan de forma ilegal; secuestran y golpean a trabajadores, como ocurrió en el predio Patujú en Montero, y roban ganado, como en la propiedad El Cielo en Guarayos, donde se reportó la pérdida de unas 130 reses.
La única forma de detener el efecto Lara y la ola de avasallamientos es la tolerancia cero. Algunas autoridades han sido claras: "poner mano dura" y exigir la cárcel para los responsables. Afortunadamente, la institucionalidad cruceña, en una reunión de emergencia, ha prometido actuar con "lucha implacable, sin privilegios y sin impunidad". El presidente del Tribunal Departamental de Justicia, Aldo Quezada, garantizó que "el sistema de justicia va a ser implacable, no se reconocerá los fueros sindicales". El fiscal Alberto Zeballos aseguró que se buscarán sentencias ejemplificadoras.
Estas palabras deben traducirse en un accionar coordinado y sostenido. Es momento de que las autoridades actúen con la firmeza que exige la ley. El problema de los avasallamientos, alimentado por la expectativa populista de legalizar el crimen, no se resuelve con demagogia, sino con la aplicación estricta de la Constitución y la ley. La defensa de la propiedad privada y la seguridad jurídica no es un favor; es el pilar de un país que aspira a vivir en paz y generar su propio alimento.
¿Qué alienta los avasallamientos? La promesa de un nuevo ciclo populista con la misma permisividad, cuyo principal referente, el capitán Edman Lara, ha estado haciendo promesas demagógicas mientras su cercanía al MAS es evidente. El “efecto Lara” es la esperanza, alimentada por la demagogia, de que la complicidad con el delito seguirá intacta.