Esta es la tercera vez que cambio el texto de este artículo. El primero lo escribí antes del 18 de octubre, pensando en que Tuto Quiroga iba a ganar la elección presidencial. El título de ese artículo era “Carta a la esperanza”. Luego, con la victoria de Rodrigo Paz, hice cambios al texto y el título cambió a “Paz en su laberinto”. Este es el tercer intento de publicación, y lo que originó el nuevo título justificó otra revisión.
Más que la velocidad de los cambios o las expectativas políticas y económicas en estos cuatro o cinco días, deseo destacar la declaración de apoyo incondicional que Tuto Quiroga y su bancada le darán al gobierno de Rodrigo Paz. Como consecuencia de los resultados de la primera vuelta electoral, muchos resaltaron que, después de más de veinte años, el partido del MAS por fin había desaparecido, lo que implicaba un cambio enorme en el tablero político. Pero era solo una sigla. El MAS seguía y sigue, de alguna manera, vigente. Luego, los comentarios apuntaron a que ese electorado se camufló en el PDC de Rodrigo Paz. Parece que así fue; si no, ¿dónde están? Aun así, muchos sostienen que la situación política de hace veinte años caducó porque Rodrigo Paz es de centro: unos dicen centroizquierda, otros centroderecha. Pero creo que el gran cambio —no solamente en el tablero o la situación política, que puede variar en cinco años si se hace una mala gestión y vuelve la izquierda— ha sido la decisión de Quiroga de dar su apoyo al gobierno electo “a cambio de nada”. ¡Esta es una decisión histórica! ¿Recuerda el lector cuándo fue la última vez, en la política boliviana y en democracia, que no se pactó a cambio de algo? Los politólogos o historiadores tienen la palabra, pero desde que tengo uso de razón, nunca.
La decisión de Tuto Quiroga es una inflexión en la historia reciente de la política boliviana. Genera un contexto de expectativas de estabilidad política y, por tanto, económica. Prepara y dispone a que el nuevo gobernante apunte alto en sus objetivos, para que en estos próximos cinco años Bolivia dé un salto cualitativo grande y siente las bases y el rumbo hacia el progreso y la modernidad.
Para que el lector tenga una idea más concreta de qué significa ese apoyo de Quiroga y de cómo cambia el escenario político y económico, el siguiente párrafo ilustra lo que escribí antes de la decisión de Quiroga —“Paz en su laberinto”—, que no se publicó. Algunos segmentos a continuación:
“El presidente electo dijo que no recurrirá al FMI... Las organizaciones bilaterales, de países amigos, pueden colaborar, pero tampoco son tontos ni botarán plata… ¿Qué otras opciones dijo Paz tener? Reducir el gasto público ‘porque hay plata’, que el problema es que hay mucha ineficiencia y corrupción. ¿Se puede cortar el gasto lo suficiente (y relativamente rápido) para tener un excedente y cubrir las necesidades de importar combustible, abastecer de dólares la economía, levantar el ‘corralito’ bancario y gastar en inversión pública mínima (por ejemplo, mantenimiento de caminos)? Gran parte de ese gasto público son salarios, beneficios e insumos para el funcionamiento de la administración pública. Y gran parte de esos salarios son de maestros, médicos, policías y fuerzas armadas. ¿Podrá Paz reducir en un 40 o 50 % ese gasto público? ¿Generará una mayor recesión y desempleo? Además de enfrentar una férrea resistencia de esa población afectada con bloqueos y huelgas, primero tendrá que lidiar con Lara (que se cree copresidente), quien prometió aumentos a todo el mundo. ¿Tenía el PDC otras opciones de financiamiento? … Lo que le quedaría es tocar la puerta al FMI, tragándose sus palabras. Siempre puede salir del paso porque Trump le va a facilitar los trámites, porque el FMI le ofreció ayuda en buenas condiciones, porque lo harán con soberanía, porque tienen un plan sólido, porque hicieron tal y cual cosa que Tuto no hubiese hecho, etc. Pero uno nunca sabe, y es parte del laberinto.”
Continúa: “Si Paz es coherente con sus recientes declaraciones de volver a tener buenas relaciones diplomáticas con EE. UU., no tendría que aceptar rescate financiero alguno de los chinos y/o rusos. Y ahora, ¿qué opciones le quedan a Paz? Trump (más que EE. UU. en sí) será un factor, aunque impredecible. Puede que Trump se levante un día de buen humor y le tire unos milloncitos de salvataje a Paz (como a Milei, pero en miniatura)… que influya en el FMI y las organizaciones multilaterales para que sean más flexibles con Bolivia… que ofrezca un acuerdo donde EE. UU. proponga acceso al litio, a minerales raros y otros... que ese acuerdo incluya la extradición de Evo y compañía y la erradicación de la coca. Pero, ¿qué diría su vice y su entorno populista?”
Verá el lector que ese panorama incierto y caótico ya no es válido. Muchas cosas estarían más claras. Una decisión —la de Quiroga— cambió ese escenario completamente. Ese es el impacto y el resultado ganador para Bolivia.
Pero no olvidemos: Bolivia está quebrada moral y económicamente por falta de un Estado de derecho. La tarea es inmensa y de todos. Desde hace veinte años, la Constitución Política del Estado estaba pintada en la pared, porque la ley estaba personificada en Evo y luego en Arce. Si el gobierno de Paz no delinea una ruta clara para una reforma constitucional y del sistema judicial, y/o no da señales claras desde un inicio con decretos que se ejecuten a rajatabla (por ejemplo: prohibir bloquear calles y caminos porque afecta la libertad de millones de bolivianos, así de simple), gran parte de las esperanzas puestas en él y su gobierno se caerán como hojas en otoño. Seguirá el desorden social, las inversiones no se realizarán y Bolivia seguirá estancada.
El PDC asumirá el gobierno el 8 de noviembre. Ojalá estemos iniciando una nueva etapa política, institucional y económica, y nos estemos encaminando hacia una era de desarrollo y modernización. ¡Suerte, Bolivia!