El discurso de posesión de Rodrigo Paz como nuevo mandatario ha sido examinado hasta la saciedad en los últimos días, pero mi propósito es diferente: analizar someramente, no “el” sino los distintos tipos de discurso asumidos por el ahora presidente a lo largo de cuatro etapas: 1) la del político antes de ser candidato a la presidencia, 2) el discurso de la primera vuelta, 3) el del balotaje, 4) el discurso pos-campaña y 5) el de gestión.
Es posible que las variaciones, diferencias y eventuales consistencias entre esas etapas puedan ser reveladoras sobre el rumbo real que ha de tomar su gobierno.
En la etapa 1, la del Rodrigo diputado, concejal, alcalde y senador, podríamos hablar de un opositor moderado al masismo, autodefinido socialdemócrata y con acercamientos ocasionales a Evo Morales (referéndum del 21-F) y Álvaro García Linera (ofrecimiento de sigla). Ya en la Cámara Alta, Paz tuvo un discurso opositor “estándar”, siguiendo los lineamientos preponderantes, con algún carácter evasivo en temas que podían resultar controversiales.
La segunda etapa, en la primera vuelta, fue la del “silencio estratégico”. Con mucha campaña territorial y un discurso mediático muy contenido, que apuntaba a dos públicos distintos: indecisos que buscaran una alternativa tranquila, lejos del fuego cruzado entre los candidatos punteros; y electores que hasta el momento habían votado por el masismo, a quienes se procuraba no espantar con el planteamiento de un ajuste económico severo.
La etapa 3, del balotaje, requería salir del cuasi-silencio, lo que implicaba una serie de riesgos, por lo que asumió una ambigüedad calculada, mientras su escudero Lara se movía por el lado izquierdo del tablero. Con sus tropiezos, la combinación entre el centrismo de Paz y el populismo de su acompañante resultó complementaria.
En la etapa 4, tras su victoria en segunda vuelta, el presidente electo dio rienda suelta a un discurso liberal, acorde a los apoyos que iba recibiendo del exterior (la alfombra roja de las democracias occidentales, de la que hablamos en una columna anterior) y del interior del país (la gobernabilidad ofrecida por Libre). Una fase con mensajes esperanzadores respecto a la reforma del Estado, la estabilización económica, la democratización y el realineamiento internacional.
La etapa 5, de la gestión, se abrió el pasado sábado con su discurso de posesión, donde anunció los objetivos de su gobierno, los mismos que enumeramos en la fase anterior, muy compartibles pero sin una mención significativa para la lucha contra el narcotráfico, omisión que puede ser fruto no del olvido sino del cálculo.
En suma, del repaso y el contraste entre sus diversas etapas discursivas se confirma la variabilidad, el sentido de la oportunidad y la falta de un anclaje ideológico firme. Paz es un recién llegado a “las ideas de la libertad”, pero sin duda es un demócrata, algo que representa un gran paso adelante respecto al régimen híbrido-autoritario de las últimas décadas.