Bajo el penoco

Los cuernos de Lara

| 2025-11-18 00:08:00

En política casi nada es casualidad. Los errores no son metidas de pata, las torpezas no son desatinos y las distracciones no son descuidos: son estrategia. Por eso cuesta creer que el estilo del vicepresidente Lara —esa mezcla de ingenuidad ensayada, humildad performática y torpeza calculada— sea fruto de la espontaneidad. Nada que afecte la percepción pública de un político de alto nivel queda librado al azar. Mucho menos cuando llegó al poder bajo una estrategia milimétricamente diseñada junto a Rodrigo Paz, quien formó parte del mismo guión. Por eso, los recientes y supuestos “cuernos de Lara” no deberían sorprender a nadie. ¿Infidelidad real? ¿Filtro malicioso? ¿Un ataque interno? ¿O simplemente otra jugada comunicacional para mantener al país hablando de lo que él quiere que hablen? En política y espectáculo rige la misma ley: hablen bien o mal, pero hablen. La pregunta ya no es si los cuernos son verdaderos o falsos. La pregunta es qué función cumplen. Porque en Bolivia, incluso los escándalos íntimos pueden convertirse en herramientas de poder malicioso. Y Lara, con su escenografía barata, sabe exactamente lo que hace.