La Constitución boliviana reconoce que el vicepresidente del Estado forma parte tanto del Órgano ejecutivo como del legislativo. Como parte del ejecutivo tiene que “asumir la presidencia del Estado…” Coordinar las relaciones entre el Órgano ejecutivo, la Asamblea Legislativa Plurinacional y los gobiernos autónomos. Participar en las sesiones del consejo de ministros. Coadyuvar con el presidente del Estado en la dirección de la política general del gobierno. Participar conjuntamente con el presidente en la formulación de la política exterior, así como desempeñar misiones diplomáticas (art. 174 CPE). El vicepresidente del Estado está para “asumir la presidencia del Estado…” en cuanto se abra la sucesión presidencial o en aquellos casos extraordinarios (como un viaje prolongado al exterior, una enfermedad compleja, etc.), cuando el presidente se encuentre imposibilitado de ejercer la jefatura del Estado.
La Constitución también establece que el vicepresidente del Estado presidirá la Asamblea Legislativa Plurinacional en sus sesiones ordinarias que serán inauguradas el 6 de agosto de cada año. Estas sesiones serán permanentes y contarán con dos recesos de quince días cada uno por año; además, podrá sesionar en un lugar distinto al habitual dentro del territorio del Estado, por decisión de la Plenaria y a convocatoria de su presidente (art. 153).
Que el vicepresidente tenga atribuciones tanto en el ejecutivo como en el legislativo torpedea la independencia de los Órganos: legislativo, ejecutivo, judicial y electoral (art. 12 CPE). La Constitución establece que los cuatro órganos se fundamentan en la independencia, separación, coordinación y cooperación para asegurar el funcionamiento del Estado Constitucional de Derecho, así como el sistema de control de frenos y contrapesos. Esta estructura y organización del poder público supone un impedimento expreso para modificar la organización de los cuatro órganos del Estado, así como reunir las funciones de éstos en uno solo, ni que las funciones de un órgano puedan ser delegadas a otro.
La vicepresidencia ha sido una figura enigmática a lo largo y ancho de nuestra historia republicana. No han faltado los que la han considerado una figura inútil no solo porque goza de cierta ubicuidad sino también porque no tiene definida ni se conoce exactamente hasta dónde alcanzan esas competencias, más allá de estar permanentemente en guardia esperando el momento de ejercer la presidencia. En muchos casos el rol que ha llegado a desempeñar el vicepresidente ha dependido de sus propios conocimientos y personalidad y la coyuntura política del momento.
En cualquier caso, Bolivia adoptó el modelo presidencial de origen norteamericano, que luego se extrapoló a los países Latinoamericanos. En este sistema, la jefatura del Estado y del gobierno la tiene el presidente y fue concebido en sus inicios como el instrumento de unidad para la conservación del Estado. En palabras de Fernández y Nohlen, el presidente era un monarca democráticamente legitimado (Sistema de gobierno: perspectivas conceptuales y comparativas, en AAVV Presidencialismo versus Parlamentarismo, Caracas, Ed. Nueva Sociedad, 1991).
El Estado boliviano adoptó también la centralización político-administrativa de origen francés, que ha prevalecido a lo largo de nuestra historia republicana. La Constitución del libertador Simón Bolívar establece que “el ejercicio del poder ejecutivo reside en un presidente vitalicio, un vicepresidente y tres ministros de Estado (art. 77). Y adoptó la forma republicana, democrática y concentrada de gobierno, con la clásica división de poderes del Estado: legislativo, ejecutivo, judicial y electoral. Simón Bolívar proponía un primer mandatario como un jefe de Estado con cargo vitalicio y un vicepresidente elegido de una terna propuesta al congreso por el presidente para asumir la responsabilidad de la jefatura de gobierno. El modelo original marcaba con claridad dos elementos: el presidente como símbolo de la unidad del Estado, y como figura institucional incuestionable por su crédito y prestigio personal. Y el vicepresidente era el encargado de la gestión de gobierno, y tenía la responsabilidad directa de la administración pública. Debía despachar y firmar en nombre de la república y del presidente todos los negocios de la administración y bajo su responsabilidad personal y la del secretario de Estado. Según Mariano Baptista Gumucio (El vicepresidente ¿La sombra del poder?), la intención de Bolívar era la de preparar al vicepresidente de manera tal que pudiese sustituir al presidente, habiendo acumulado ya la experiencia necesaria.
Urge una reforma constitucional para terminar con la ubicuidad vicepresidencial y su invasión al poder legislativo.
*Jurista y autor de varios libros.