No más cobros en la Policía

El nuevo comandante de la Policía, Mirko Sokol, acaba de admitir —aunque sea de forma indirecta— un problema endémico del que la institución jamás habla: el cobro ilegal. Su orden de prohibir “cobrar un solo centavo” parece algo obvio, pero lo obvio es precisamente lo que la Policía nunca reconoce en público. En la opinión pública boliviana, soborno y Policía se han vuelto casi sinónimos, y que el propio comandante lo mencione es un avance significativo. Pero si la intención es sanear la institución, el problema no termina en la coima callejera. La Policía debe dejar de ser una entidad recaudadora. En Bolivia, a diferencia de la mayoría de los países, la institución cobra por certificados de antecedentes, inspecciones técnicas, uso de grúas, test de alcoholemia, multas de tránsito y un sinfín de trámites que deberían estar en manos de autoridades civiles o directamente ser eliminados. Cuando una fuerza del orden maneja flujo de dinero, la corrupción no es un riesgo, es una consecuencia inevitable. Si Sokol quiere un cambio real, debe empezar por desmontar ese sistema de recaudación que alimenta el círculo vicioso.