Editorial

La ciudad que merecemos

Santa Cruz vuelve a enfrentar una lluvia de postulantes a la Alcaldía Municipal. Una avalancha de nombres sin proyecto, sin preparación y sin visión...

Editorial | | 2025-12-09 00:02:00

Santa Cruz vuelve a enfrentar una lluvia de postulantes a la Alcaldía Municipal. Una avalancha de nombres sin proyecto, sin preparación y sin visión. Una mezcla de improvisados, oportunistas y figuras que creen que presentarse una y otra vez les garantizará algún día un triunfo. Muchos se inspiran en el caso insólito de Jhonny Fernández, quien, tras una gestión desastrosa entre 1995 y 2002, insistió durante décadas hasta volver al cargo, para repetir el fracaso con aún más estridencia.

Santa Cruz no se merece esto. No se merece autoridades municipales que llegan sin hoja de ruta, que administran una metrópoli compleja como si fuera una junta vecinal, que confunden populismo con gestión y propaganda con obras. Esta es una ciudad construida por su gente, por una ciudadanía trabajadora, dinámica, emprendedora, que ha hecho avanzar a Santa Cruz a pesar de sus gobernantes, no gracias a ellos.

Santa Cruz debe ponerse a la altura del departamento al que pertenece, el más pujante de Bolivia, el más dinámico, diversificado y competitivo. La locomotora económica del país que merece la mejor ciudad de Bolivia, con los mejores servicios, con el mejor sistema de transporte, con mercados modernos y abastecimiento eficiente. Pero estamos lejos de eso.

La ciudad no está a la altura de la región que deslumbra por su capacidad de producir, innovar y atraer inversiones. La gente espera una ciudad líder en desarrollo urbano, en planificación, en movilidad. Una ciudad ordenada, limpia, moderna. Una ciudad que refleje el poder económico de su territorio.

Para alcanzar eso hace falta más que buenas intenciones: hace falta educación ciudadana, formación cívica, cultura urbana. Hace falta un municipio que actúe como farol del desarrollo y no como hasta ahora: un nido de corrupción, de negociados, de improvisación. La Alcaldía de Santa Cruz se ha convertido en el mejor ejemplo de todo lo que no debe ser una administración pública.

Necesitamos un alcalde con otra dimensión, un líder con visión metropolitana, un gestor capaz de interactuar con la institucionalidad fuerte y diversa de la ciudad. No se puede gobernar Santa Cruz sin tender puentes con sus cámaras empresariales, sus colegios profesionales, sus juntas vecinales, sus universidades, su sociedad civil. Santa Cruz no es un municipio más: es un ecosistema vibrante que exige capacidad, diálogo, estrategia y modernidad.

Tenemos que recuperar el espíritu de aquella generación que construyó Santa Cruz desde la nada, la que consiguió los servicios básicos, la que abrió calles, colocó losetas, pavimentó barrios, soñó con una ciudad del futuro. Hoy tenemos mucho más: población, industria, conocimiento, una economía creativa, un aparato productivo poderoso. Lo que nos falta es gestión.

Y ahora que estamos libres de la asfixia del MAS, un cáncer que le hizo un daño profundo a la institucionalidad que corrompió la lógica municipal que pervirtió la política y degradó la gestión, debemos demostrar un giro total hacia la racionalidad.

Santa Cruz no puede darse el lujo de caer otra vez en manos de improvisados, influencers de temporada, populistas o candidatos sin proyecto. Santa Cruz merece algo mejor. Necesitamos un alcalde capaz de ver el bosque completo, no solo el árbol del día siguiente. Un planificador, un administrador, un líder urbano.