
Historias de pacientes que mueren de COVID-19 sin acceso a oxígeno, a otros tratamientos que salvan vidas o incluso a una cama en un hospital, están llegado desde Cuba, cuando el país se ha convertido en un foco de la pandemia mundial, con la cuarta tasa más alta de infecciones por persona en el mundo.
A pesar de la campaña de vacunación con productos farmacéuticos de producción local, los casos siguen aumentando, lo que ha llevado al sistema sanitario del país al borde del colapso. En la actualidad, casi 100,000 personas están ingresadas en hospitales y otros centros sanitarios porque han dado positivo en un test o los médicos sospechan que han contraído el coronavirus.
La situación está tan fuera de control que el líder cubano, Miguel Díaz-Canel, reconoció que el país está desbordado, una franqueza poco habitual en el régimen autoritario.
“Estamos en el límite de las capacidades que tenemos de infraestructura, de recursos, de medicamentos y de oxígeno”, dijo Díaz-Canel en una reunión con miembros del gobierno el lunes, según un informe publicado en el propio sitio web de la presidencia. “Estamos en el límite de lo que es posible hoy en las condiciones que tiene el país”.
“La situación actual de la epidemia ha sobrepasado las capacidades del sistema de salud”, insistió en otra reunión el jueves reportada por medios estatales.
La admisión se produce cuando la isla caribeña se ha convertido en el epicentro de la pandemia en Latinoamérica, con una tasa de positividad que se ha disparado por encima del 20% esta semana. En los primeros diez días de agosto, las autoridades sanitarias han confirmado más de 89,000 casos de COVID-19 y 839 muertes.
Las cifras son abrumadoras. En lo que va de año, 4,536 embarazadas y mujeres que acaban de dar a luz contrajeron COVID, y 35 murieron, informó el martes el diario oficial Granma.
“La situación es difícil por la falta de disponibilidad de insumos esenciales para responder al COVID-19, pero también de insumos esenciales en todos los niveles del sistema de salud en Cuba”, dijo el doctor Ciro Ugarte, director para emergencias sanitarias de la Organización Panamericana de la Salud.
¿Ayuda de Estados Unidos?
A principios de este mes, el presidente Joe Biden había dicho que estaba dispuesto a enviar vacunas a Cuba si se garantizaba que las administrara una organización internacional, un requisito difícil porque el gobierno cubano habitualmente rechaza la supervisión internacional. Pero con el empeoramiento de la situación en la isla, la administración parece haber suavizado su postura.
Una portavoz del Departamento de Estado dijo al Herald que “Estados Unidos está dispuesto a proporcionar un número significativo de vacunas, siempre y cuando estemos seguros de que los cubanos promedio tengan acceso a ellas”, dejando de lado la referencia a una organización internacional.
“Compartimos la preocupación del pueblo de Cuba por el aumento exponencial de los casos de COVID-19”, dijo la vocera. “Cuba ha tomado una decisión soberana sobre cómo afrontar la pandemia, que incluye el desarrollo y uso de sus propias vacunas. Sin embargo, Cuba siempre pudiera decidir recibir donaciones de vacunas del exterior”.
La funcionaria también dijo que la administración estaba agilizando las solicitudes para exportar suministros humanitarios y médicos a Cuba y que había autorizado a vuelos chárter que llevan ayuda humanitaria a volar a las provincias de Cuba. Anteriormente, la administración de Donald Trump prohibió todos los vuelos a ciudades cubanas que no fueran La Habana.
Hasta ahora, el gobierno cubano ha rechazado la oferta de Biden de enviar vacunas. El miércoles, varios científicos cubanos le enviaron una carta en la que respondían que el país no necesitaba vacunas estadounidenses y que, en cambio, debería levantar el embargo porque prohíbe vender suministros a la industria biotecnológica cubana.
Un sistema colapsado
En las últimas semanas, los cubanos han compartido en las redes sociales imágenes perturbadoras sobre la emergencia sanitaria del país, incluyendo un video de una mujer que supuestamente murió en un taxi antes de poder recibir tratamiento, fotos de pacientes en habitaciones de hospital abarrotadas y cuerpos apilados en la morgue de un hospital en la provincia oriental de Guantánamo.
Un periodista de la televisión estatal dijo que un video de una fosa común en Santiago de Cuba –la segunda ciudad más grande de la isla– que circulaba por las redes sociales era una “noticia falsa”. Pero después de que otro cubano publicara un video de trabajadores acomodando dos ataúdes blancos dentro de una fosa común en Juan González, una localidad cercana a Santiago, el periódico oficial Granma confirmó que el entierro masivo sí se produjo. Según un funcionario local citado por el periódico, no había espacio suficiente en el principal cementerio de la ciudad, el histórico Santa Ifigenia, pero dijo que los entierros se habían realizado de forma “organizada”. Dijo que la fosa era temporal y que tanto los pacientes de COVID como las personas fallecidas por otros motivos habían sido enterradas en Juan González.
Los féretros son blancos porque hay escasez de tela de otros colores para cubrirlos, informó el nuevo medio independiente 14ymedio.
Un joven angustiado que vive en Yara, en la provincia oriental de Granma, grabó un video en el que decía que había dado positivo y que le habían regresado a su casa a pesar de sus ruegos de que se le aislara en otro lugar para proteger a su esposa y a su bebé de ocho meses. Le dijeron que solo se admitiría a los pacientes con síntomas graves. Cuando volvió a casa, sus temores se hicieron realidad y ambas contrajeron COVID. La bebé tenía fiebre, pero sus padres pasaron trabajo por encontrar ayuda médica.
Tras ser rechazados en varios centros sanitarios, la madre y el bebé fueron aceptados en una escuela convertida en centro sanitario provisional en la cercana ciudad de Bayamo. Tuvieron que compartir cama porque el centro no tenía cunas.
“¿Quién [diablos] es el culpable?”, dijo Julio Adriel Merladet Olazábal, al borde de las lágrimas en su video. “No es culpa de Estados Unidos, es culpa de lo mal que están trabajando”.
Profesor de historia de un preuniversitario, dijo que sabía que sería despedido por publicar el video. Merladet afirmó que no le importaba.
“A mi nadie me está pagando por decir las cosas. Yo lo que estoy es cansado de esto ya. Me cansé de las mentiras, me cansé del cuento ya. Esto no da más”, dijo. “Si yo unos días antes hubiera gritado del portal de mi casa Patria y Vida, hubiera llegado la policía más rápido que lo que han llegado los médicos aquí a la vivienda”, añadió, en referencia a las recientes manifestaciones contra el gobierno.
Algunos pacientes de COVID han decidido obviar el sistema de salud por completo e intentar sobrellevar la enfermedad en casa, aunque síntomas como la neumonía y la dificultad para respirar requieran normalmente la hospitalización. Y están pagando precios astronómicos en el mercado negro por medicamentos como el potente antibiótico ceftriaxona, conocido en Cuba por su marca comercial Rocephin.
El Herald supo de un hombre en La Habana que pagó $500 por 14 viales de Rocephin para recibir tratamiento en casa para su neumonía inducida por el COVID. Un médico amigo le dijo que era más seguro quedarse en casa que ir a un hospital, donde podría tener problemas para recibir un tratamiento adecuado. El hombre pidió no ser identificado por miedo a las represalias de las autoridades.
Grupos de la aplicación social Telegram para intercambiar o comprar medicamentos en Cuba están inundados con mensajes urgentes de personas de toda la isla que piden el antibiótico azitromicina, que se está utilizando para tratar la neumonía inducida por el COVID, aunque no hay evidencia clara de su eficacia.
La especulación con los precios de los medicamentos en el mercado negro está tan extendida que el gobierno tomó nota.
“Se acabo ya la contemplación en los territorios con la venta de medicamentos,” dijo Díaz-Canel en una reunión oficial el pasado sábado. “Eso no se puede permitir y eso nos está caldeando la situación con la población, y estamos pasivos ante eso”
Escasez de pruebas de detección y personal
Pero el problema no es solo la escasez de medicamentos, sino también de pruebas PCR, tanques de oxígeno y personal sanitario.
Yirovy J. Cuesta, de Cienfuegos, dijo en Facebook que esperó desde las 7 a.m. hasta las 3 p.m. para hacerse una prueba de PCR en un policlínico local. “El personal de salud sacrificado que había ahí realmente no daba abasto para atender a la cantidad de personas que estaban esperaban (calculo más de 100)“, escribió.
“¿Y dónde está el oxígeno?”, preguntó Liz Escoto en la página de Facebook del canal de televisión estatal local Perlavisión. “Porque en este momento, está mi abuela con sus uñas cianóticas por falta de oxígeno en el hospital Dr. Gustavo Aldereguía Lima de Cienfuegos”.
Escoto dijo que tuvo que comprar insulina en el mercado negro para su abuela, que también tiene diabetes, porque el hospital no podía proporcionársela.
La semana pasada, el canal de televisión local Perlavisión informó que el 60% de las pruebas PCR realizadas en Cienfuegos estaban dando positivo. Los médicos están enviando a casa a los pacientes sospechosos de COVID ingresados en centros de aislamiento si no muestran síntomas porque no hay suficientes pruebas para determinar si están infectados. Los resultados de las pruebas PCR también se retrasan, y “los pacientes sospechosos se ponen en estado crítico antes de que lleguen las pruebas, sin que ni siquiera se confirme que son positivos”, dijo un funcionario no identificado en el reportaje de televisión. Salvador Tamayo, director provincial de salud, dijo que unos 600 niños y adolescentes eran “casos activos” de COVID.
El martes, 60 enfermeros de cuidados intensivos llegaron a Cienfuegos desde la cercana Matanzas y Venezuela, donde el gobierno cubano opera una de sus mayores “misiones” médicas.
Vacunas y ayuda humanitaria
Cuba no es la única que lucha contra el coronavirus.
Los pacientes esperando en camillas en los pasillos de los hospitales ha sido una imagen común en todo el mundo durante la pandemia, y el virus ha puesto a prueba los sistemas de salud de muchos países, incluso los que tienen muchos recursos. Otras naciones del Caribe también están escasas de vacunas y otros suministros. El miércoles, el gobierno de Biden comenzó a enviar más de 830,000 dosis de vacunas a seis naciones caribeñas.
Pero los problemas de Cuba van más allá del COVID, ya que las necesidades básicas del sistema sanitario, desde jeringuillas y guantes hasta mobiliario y ropa de cama, se han ido acumulando durante años.
Las decisiones del gobierno contribuyeron a la crisis actual, ya que las autoridades cubanas recortaron el presupuesto del sistema de salud, incluso cuando el gobierno recibía miles de millones de ingresos por el trabajo de sus médicos en el extranjero. Según datos oficiales, el país tiene una de las tasas más altas de médicos per cápita, pero muchas enfermeras y técnicos han abandonado el sistema. La exportación de servicios médicos también ha debilitado al sistema de atención primaria.
La pandemia llegó cuando el país ya estaba sumido en una grave crisis económica y con serios problemas de liquidez. Pero entonces las autoridades tomaron la controversial decisión de gastar los pocos recursos que le quedaban en desarrollar sus propias vacunas, con la esperanza de venderlas en el extranjero, y declinaron participar en la iniciativa COVAX, un programa co-administrado por la Organización Mundial de la Salud para proporcionar vacunas donadas o a mejores precios a las naciones en desarrollo. Además, Cuba no compró vacunas en el extranjero, ni siquiera a sus aliados, Rusia y China.
Las autoridades lograron mantener el virus bajo control con estrictos confinamientos y el cierre de fronteras durante la mayor parte de 2020. Aun así, este año llegaron variantes más infecciosas y empezaron a hacer estragos en un país en el que la gente tiene que pasar largas horas todos los días en filas atestadas para comprar alimentos u otros productos de primera necesidad.
En mayo, las autoridades empezaron a inocular a la población con dos candidatos vacunales desarrollados localmente, Soberana y Abdala, que tienen una eficacia superior al 90%, según afirman. Pero requieren tres dosis y varias semanas para que la inmunidad haga efecto. Los casos aún no han disminuido en La Habana, donde alrededor del 64% de la población ya está totalmente vacunada. Un funcionario de salud dijo la semana pasada que el 72% de los infectados en La Habana en los últimos días había recibido las tres dosis de una de las vacunas cubanas.
Como reconocimiento de que el país necesita ayuda, el gobierno está recibiendo la ayuda de gobiernos aliados en Bolivia y Nicaragua. México y Canadá también han enviado ayuda humanitaria a la isla.
Ugarte dijo que la Organización Panamericana de la Salud estaba trabajando con el Ministerio de Salud de Cuba para identificar las necesidades más urgentes. A inicios de agosto, la organización envió “cinco kits de suministros para el COVID, pero también kits de traumatología, kits de atención de emergencia y otros suministros, incluidos reactivos de laboratorio, y estamos preparando apoyo adicional”, dijo.
Ugarte dijo que la OPS estaba explorando si otros donantes y países estaban dispuestos a apoyar a Cuba también con ayuda humanitaria.
“La solidaridad de la región es algo que buscamos”, dijo. “Es una situación muy difícil porque las necesidades son muy grandes en Cuba”.