Terrorismo de estado

Editorial

| | 2021-09-22

EEl gobierno de Luis Arce ha concentrado en apenas diez meses todos los vicios del poder en los que incurrió el cocalero durante 14 años. El nuevo gobierno prometió reconciliación a los bolivianos, pero en su lugar no ha hecho más que desparramar odio y resentimiento, discurso que ha sido acompañado por una sistemática política de persecución, que no ha reparado en nada ni nadie, pues además de haberse ensañado con dirigentes opositores, también ha arremetido contra policías y militares que no cumplieron con el pacto de lealtad que se habían jurado y que le permitieron a Evo Morales mantenerse sin mayores sobresaltos durante casi tres lustros.

Pese a que en el MAS sabían que la ciudadanía estaba harta de todo eso y por lo mismo, se pusieron piel de oveja para ganar las elecciones de 2020, están haciendo todo lo contrario y con una avidez muy peligrosa, ya que la población ya le manifestó su desaprobación en la votación para elegir alcaldes y gobernadores en las que se produjo un ponchazo mayúsculo al gobierno revanchista que está llevando adelante Luis Arce bajo la batuta del cocalero.

Arce no le ha dado tregua a nadie. Empezó con un impuesto a la riqueza, medida seguida de un retorno a las restricciones y prohibiciones a las empresas y las exportaciones y por último, una ley que criminaliza los negocios y que podría asestar el tiro de gracia a la economía de libre mercado en Bolivia. Los avasallamientos no son ley, pero falta poco.

Las leyes hostiles han sido numerosas, desde la norma que suspendió el requisito de los dos tercios en el Congreso hasta la ley de emergencia sanitaria que priva a los médicos del derecho a la protesta, que establece controles de precios draconianos al área de la salud y viola descaradamente la autonomía regional y municipal.

No hay día en que no se encarcele a alguien ligado a la oposición, mientras que la justicia actúa con guante de seda para quienes cometen actos de vandalismo y terrorismo a nombre del gobierno. No hay día que no se conozca de un ataque artero a los periodistas y medios de comunicación que están viviendo una oleada dramática que pone en peligro la vigencia de la libertad de expresión y no hay día en que no haya un hecho de violencia cometido por algún grupo de choque ligado al MAS que goza de la protección de la Policía y los organismos de seguridad del estado.

El cinismo de las autoridades toca límites surrealistas, la manipulación de la justicia ha alcanzado extremos grotescos, la mentira se la repite con descaro y ya nadie repara en los casos de corrupción, el uso indebido de bienes del estado, el derroche y otros excesos en el manejo de la cosa pública, como si quisieran decirle al pueblo que ya nada les importa, ni siquiera mantener la fachada de un gobierno conectado con la opinión pública, pues tampoco se preocupan por dar la idea de que están haciendo una gestión medianamente razonable. 

La más reciente estrategia es recurrir al golpismo en los municipios y no tardarán en hacer lo mismo con las gobernaciones. Quien dude de que esto es terrorismo de estado incurre en la hipocresía. 

No hay día en que no se encarcele a alguien ligado a la oposición, mientras que la justicia actúa con guante de seda para quienes cometen actos de vandalismo y terrorismo a nombre del gobierno. No hay día que no se conozca de un ataque artero a los periodistas y medios de comunicación que están viviendo una oleada dramática que pone en peligro la vigencia de la libertad de expresión y no hay día en que no haya un hecho de violencia cometido por algún grupo de choque ligado al MAS que goza de la protección de la Policía y los organismos de seguridad del estado.