Los arcistas y los evistas se han unido en el parlamento para aprobar los contratos que entregan el litio a rusos y chinos, pero los potosinos tienen muchos motivos para oponerse.
Una ciudad que se crea en 1545, cuando Diego Huallpa hace su inverosímil fogata, está a pocos años de recordar los 500 años de aquella fecha, harta de frustraciones.
En China hay una ciudad que se llama Ushi, nombre que significa “sin estaño”, y que se lo pusieron como un amuleto, convencidos de que allí donde se explota el estaño reina la mala suerte. Estaño y cualquier otro metal.
Pues es de la China que viene ahora una empresa interesada en explotar el litio de Uyuni y, como era previsible, los potosinos no lo aceptarán ni lo aceptarán, con la misma determinación que los cambiaron en 1991 para rechazar el contrato con la norteamericana Lithco.
Lo curioso es que arcistas y evistas, que se odian como buenos masistas, están unidos ahora para aprobar esos contratos con empresas provenientes de unas potencias “amigas”.
Más curiosa todavía esta alianza porque el cocalero Morales criticó en abril pasado la “entrega” del litio por parte de Arce apuntando a que no se explicaba ni la duración del contrato ni el que se le concediese la ventaja de tener “costos recuperables”.
La explicación de esta repentina alianza es que estos masistas quieren asegurarse de que durante treinta años van a recibir las migajas que ofrecen chinos y rusos, migajas que las perderían si un próximo gobierno concediera la explotación del litio a empresas “occidentales”. Esta alianza se propone garantizar una “indemnización” para los masistas.
Sin embargo, para los potosinos se presenta ahora una opción diferente, pecaminosa pero diferente, que están practicando los llamados “narco-ayllus”, dedicados a la producción y comercio de cocaína y marihuana.
Esta opción, descubierta por casualidad, supone, para el caso de la marihuana, negociar con una yerba que la producen en enormes viveros regados con agua provista por el gobierno masista y financiados con dineros provenientes de organismos internacionales muy, pero muy incautos, o cómplices.
Es la primera vez, desde 1545, que los potosinos tienen la posibilidad de optar entre un metal y una droga, o dos.
La plata no les ha dejado nada, aparte de la fama, de haber acuñado la moneda de la primera globalización del mundo, el famoso “cuarto real” que, según don Francisco Quevedo, “nace en las Indias honrado, donde el mundo le acompaña; viene a morir en España y es en Génova enterrado“. O capturado por los piratas ingleses.
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