Cuando los países vecinos han marginado a Bolivia de los corredores interoceánicos que proyectan construir, entre los candidatos para las elecciones del 17 de agosto no se escucha ninguna propuesta dirigida a sacar al país del ostracismo.
El corredor del sur pasará casi tocando Yacuiba, pero no incluirá a Bolivia por decisión unánime de Brasil, Paraguay, Argentina y Chile.
El ferrocarril que han decidido construir Brasil y China, que diseñará en el Pacífico en el puerto de Chancay, raspando Cobija, pero no incluyendo el territorio boliviano.
Rodrigo Paz, que figura con muy pocas posibilidades en las encuestas, acaba de proponer que Bolivia aspire a convertirse en una “zona franca regional”, lo que sería reconocer el rol de facto que ya tiene nuestra geografía.
Es el único candidato que tiene una idea de darle al país un rol menos indigno que el actual, de exportador de pecados.
Para que los vecinos nos desprecien tiene que ver, sobre todo, la relación idílica que tiene el gobierno del MAS con el régimen terrorista de Irán y su brazo Hezbollah.
Los gobiernos de Argentina, Chile y Perú han expresado, con diferentes grados de preocupación, el temor que tienen de que los terroristas iraníes incursionen en sus países.
La ministra argentina Patricia Bullrich asegura que hay por lo menos 800 agentes de Hezbollah en Bolivia, la frontera, listos para volver a atormentar a su país.
El periodista brasileño Leonardo Coutinho dijo que Irán tiene el propósito de lanzar una “guerra asimétrica” contra Estados Unidos desde Sudamérica, contando con los gobiernos “proxis” que tiene en algunos países de la región, como los de Bolivia, Venezuela y Brasil.
Pero la propuesta que está faltando de los candidatos tendría que repetir lo que dijo en su país el presidente Daniel Noboa: “Ecuador está recibiendo el ataque de una transnacional, la del narcotráfico, y necesita la ayuda de una alianza internacional para defenderse”.
Bolivia sufre los mismos embates de aquella transnacional, que ha logrado arrebatar a la soberanía un amplio territorio, que ha conseguido controlar todos los poderes, ha destruido todas las instituciones y ha provocado el peor desastre económico de sus 200 años.
Se trata del mayor desafío que enfrenta Bolivia, con un pueblo que está inerme porque todas sus posibilidades de defenderse han sido barridas por el gobierno impuesto por la transnacional.
Hablar de otros temas es someterse al mandato de la dictadura, de no mencionar el momento dramático que vive el país.
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