El mismo grito que lanzaban los masistas,
intentando atemorizar a los cruceños en 2019, se lo están arrojando entre
ellos. Se trata del estribillo “ahora sí guerra civil”, que se escuchaba como
esos aullidos que suelen lanzar los carnavaleros cuando están muy borrachos.
Era puro pose nomás, pues tratándose de viejos parásitos de la sociedad, jamás
atentarían contra el que les da de comer. Como bien lo dijo un líder muy
admirado por la izquierda, son como la sífilis, que nunca mata a su víctima
para tener siempre a quién “chuparle la sangre”. Pero esta vez la cosa es
distinta. En el MAS existe una pugna entre vividores que se pelean por el
control y fueron tan glotones en el pasado reciente, que ya no hay espacio para
los dos bandos que se han formado. Es tal la chacota que han armado, que las
leyes ya no sirven, los estatutos se han convertido en basura, las
instituciones están prostituidas, al extremo de que ya no existe un mínimo de
credibilidad en el estado plurinacional. El problema es que tiene que haber un
solo partido, un candidato y formar un gobierno que no alcanza para todos. Por
eso es que ya hablan de ir a las armas y la amenaza no sólo parece ser más
seria, sino indispensable.