Hoy todavía se habla del atentado que mató al
presidente de Estados Unidos, John Kennedy, hace 61 años y lo mismo pasará con
el intento de asesinato de Donald Trump, ocurrido hace una semana. Como no
podía ser de otra manera, el tema de la inclusión ha entrado en el debate sobre
lo ocurrido en Pensilvania, donde más allá de todas las fallas cometidas por
las agencias de seguridad de Estados Unidos, ha causado polémica la actuación
de tres agentes femeninas del servicio secreto, la unidad de élite dedicada exclusivamente
a proteger a los mandatarios de más alto nivel de la primera potencia mundial.
Los críticos han observado que las tres jóvenes no tienen el porte que se
espera de un guardaespaldas, son de baja estatura y una de ellas bastante
excedida de peso. Las fotografías han mostrado a una de las guardias
agachándose y con gestos de miedo, mientras sus colegas formaban un escudo
humano alrededor de Trump. La misma agente se ve luego en apuros al enfundar su
arma, como si se tratara de la parodia de una película de vaqueros. La
inclusión está muy bien, pero que no mate a nadie.