
Las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza armada liderada por kurdosirios, sellaron este lunes, 10 de marzo, su integración en el nuevo Estado sirio, presidido por Ahmed al-Sharaa, un paso crucial para la unidad del país rota durante el régimen de Bashar al-Assad. El pacto dejaría la mayor parte de la nación bajo el control del Gobierno central.
El histórico anuncio fue realizado por la Presidencia siria, que publicó unas fotografías del Al-Sharaa junto al líder de las FSD, Mazlum Abdi, estrechando la mano y firmando un documento de seis puntos que pone fin a semanas de negociaciones de paz entre las dos parte y determina que el norte y noreste del país pasan a ser controlados por el Estado sirio.
Los puntos clave del acuerdo
El principal punto de este documento es el cuarto, en el que se acuerda "integrar todas las instituciones civiles y militares del noreste de Siria en la administración del Estado sirio, incluidos los cruces fronterizos, el aeropuerto y los yacimientos de petróleo y gas".
Esto significa que las FSD, componente militar de la autoridad kurdosiria que también está compuesto de otras minorías como cristianos y asirios, se integran en lo que será el nuevo Ejército sirio unificado.
En cuanto a las instituciones civiles, se refiere a que la autoridad kurdosiria, que lidera de facto desde hace años esta región del norte y noreste del país, cede el control de su territorio al Gobierno.
Ese territorio comprende el aeropuerto, así como los cruces fronterizos -que lindan con la región del Kurdistán iraquí y Turquía, y que escapaba al control de Damasco- y los yacimientos de petróleo y gas, ya que la mayoría del país se encuentran en esa región.
A cambio de esta cesión, los kurdos ganarán su "derecho a la ciudadanía y todos sus derechos constitucionales", algo que estaba prohibido durante el régimen de Al-Assad, derrocado el pasado 8 de diciembre por una ofensiva de corte islamista liderada por Al-Sharaa, y se reconoce a la comunidad kurda como parte del Estado sirio.
Además de este punto, hay otro en el que se garantiza la "representación y participación en el proceso político y en todas las instituciones del Estado sobre la base de su competencia, independientemente de su origen religioso y étnico".
Por otro lado, en el texto se garantiza el "retorno de todos los sirios desplazados a sus ciudades y pueblos", que tendrán "protección por parte del Estado sirio", así como el apoyo "al Estado sirio en su lucha contra el régimen de Al-Assad y todas las amenazas contra su seguridad y unidad".
Por último, se anuncia en este acuerdo que se impone "un alto el fuego en todos los territorios sirios".
La región kurdosiria sufre desde hace tres meses una ofensiva lanzada por rebeldes sirios apoyados por Turquía para controlar su territorio.
Los kurosirios se toman las calles
Tras el acuerdo, un convoy del Ministerio de Defensa sirio se dirigió a la provincia de Al Hasaka, en el noreste de Siria, para comenzar a controlar sedes de la administración kurdosiria y los yacimientos de petróleo tras el acuerdo.
"Un convoy del Ministerio de Defensa sirio se dirige a Al Hasaka en coordinación con las FSD para comenzar a tomar el control en las sedes estatales y luego para controlar los campos de petróleo", indicó la televisión siria, que citó fuentes anónimas.
Asimismo, comenzaron las celebraciones en Al Hasaka, así como en las provincias de Al Raqa y Deir al Zur, según la televisión.
Tras el acuerdo, comenzaron las reacciones, incluido Qatar, que celebró la integración de las fuerzas kurdosirias.
Este sello se produce en uno de los primeros grandes desafíos que atraviesa la nueva Administración siria, después de que la semana pasada se registraran cientos de asesinatos de civiles, la mayor parte de la minoría alauita -rama del islam chií que profesa el derrocado Al-Assad- en las provincias costeras de Latakia y Tartús.
Estos asesinatos - la ONG Observatorio Sirio de Derechos Humanos estima que casi 1.000 civiles han muerto- se produjeron en respuesta a unos ataques de remanentes del régimen de Al-Assad contra las fuerzas de Damasco.
Una de las incógnitas hasta el momento es qué ocurrirá con el control de las cárceles y campos en el noreste del país donde están hacinados los yihadistas del grupo Estado Islámico y sus familiares, incluidos niños.