
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, lanzó un firme mensaje al mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, al declarar que “no será un gringo el que le dé órdenes” a su país. Esta afirmación surge en medio de la amenaza de Trump de imponer un arancel del 50% a los productos brasileños a partir del 1 de agosto.
Durante un encuentro con estudiantes universitarios, Lula defendió el multilateralismo como base para las relaciones internacionales y aseguró que él ha negociado mucho más que Trump a lo largo de su vida, dejando claro que Brasil no aceptará imposiciones unilaterales ni chantajes políticos.
El trasfondo político del conflicto comercial fue expuesto por Lula, quien denunció que Estados Unidos respondió a una propuesta de negociación enviada en mayo exigiendo la liberación de Jair Bolsonaro, expresidente brasileño y líder ultraderechista actualmente procesado penalmente. Lula calificó esta exigencia como una inadmisible injerencia externa en la justicia brasileña.
Además, el mandatario brasileño corrigió lo que calificó como desinformación de Trump, señalando que Estados Unidos mantiene un superávit comercial con Brasil desde hace 15 años, lo que pone en duda los argumentos proteccionistas estadounidenses. Lula insistió en que cualquier acuerdo debe basarse en concesiones mutuas y no en presiones.
Lula también criticó a las grandes empresas tecnológicas de Estados Unidos, subrayando que deben respetar las leyes brasileñas, pagar impuestos localmente y cumplir con regulaciones nacionales. Destacó el compromiso del gobierno con la lucha contra el discurso de odio en redes sociales y la defensa de la soberanía digital y fiscal.
La disputa entre Brasil y Estados Unidos trasciende lo comercial, involucrando un conflicto político e ideológico más profundo. Lula enfatizó que no aceptará condicionamientos que atenten contra la soberanía nacional y advirtió que cualquier intento de presión será enfrentado con firmeza.
Con la fecha límite del 1 de agosto acercándose, el futuro de las relaciones bilaterales entre Brasil y Estados Unidos permanece incierto, en un escenario donde se entrelazan comercio, política y justicia en una tensión creciente.