
El Inter tenía la final en la mano… y se le escapó desde los once metros. En una semifinal cargada de tensión y dramatismo, el Bolonia resistió, igualó el golpe inicial y acabó celebrando el pase a la final de la Supercopa de Italia tras una tanda de penaltis caótica y llena de errores.
Después del triunfo del Nápoles ante el Milan en la otra semifinal, el duelo entre Inter y Bolonia definía al segundo aspirante al título. Y el arranque fue fulminante. Apenas habían pasado dos minutos cuando Marcus Thuram firmó un gol de bandera: volea perfecta, impacto limpio y ventaja tempranera para un Inter que parecía encaminar el partido.
Pero el Bolonia no se derrumbó. Supo absorber el golpe, creció con el paso de los minutos y encontró su recompensa a los 35’. El VAR intervino para señalar penalti y Riccardo Orsolini no perdonó desde los once metros, engañando al arquero y devolviendo la igualdad al marcador.
El empate abrió un partido de ida y vuelta. Ambos equipos buscaron el gol del quiebre, exigieron a los porteros y rozaron la final, pero ninguno logró romper el equilibrio en el tiempo reglamentario. El desenlace quedó reservado para la tanda de penaltis.
Y ahí llegó el caos. Una serie irregular, nerviosa, casi dramática: cinco lanzamientos fallados entre atajadas y remates desviados. El desenlace lo firmó Ciro Immobile, cuyo disparo potente se coló tras besar el travesaño, desatando la euforia del Bolonia y dejando al Inter sin final.
Con este triunfo, el Bolonia se mete en la final de la Supercopa de Italia y se jugará el título ante el Nápoles, con la ilusión intacta y la moral por las nubes.