
El obispo auxiliar de Santa Cruz, monseñor Stanisław Dowlaszewicz, reivindicó este domingo el valor de la familia como un bien invaluable que no puede ser reemplazado por nada y exhortó a padres e hijos a fortalecerla frente a factores como el egoísmo, que buscan desestabilizarla.
Durante su homilía dominical, el prelado dedicó su mensaje a la Fiesta de la Sagrada Familia, recordando palabras del papa Francisco, quien en una ocasión confió a Dios a las familias y expresó: “Sagrada Familia de Nazaret, despierta en nuestra sociedad la conciencia del carácter sagrado e inviolable de la familia como el mejor regalo de Dios”.
Dowlaszewicz advirtió que, en la actualidad, la familia enfrenta conflictos como peleas constantes, falta de lealtad e infidelidad, además de la desnaturalización de su concepto, al denominarse familia a “todo tipo de uniones, no solo entre personas, sino incluso de cualquier otro tipo”, situaciones que —dijo— no deberían tener cabida en ella.
Asimismo, cuestionó la práctica de someter matrimonios y proyectos de vida en común a periodos de prueba sin asumir responsabilidades. “Si no nos va bien, nos separamos y no tomamos ningunas consecuencias, tampoco responsabilidades sobre nuestro futuro y nuestros hijos”, señaló.
El obispo recordó que la institución familiar no es un invento del cristianismo, sino parte de la naturaleza humana y del designio de Dios. “No es un invento, es parte del ser humano creado por Dios”, afirmó.
En ese contexto, exhortó a mirar como modelo a la Sagrada Familia de Nazaret. “Hoy en día tampoco es fácil vivir en una familia, criar hijos, especialmente frente a nuevas amenazas. Por lo tanto, los padres e hijos deben fortalecer sus lazos, basándolos en la base correcta que es Jesús”, recomendó.
Añadió que, a la luz de la familia santa de Nazaret, todas las familias están llamadas a hacer de Jesús el centro de sus vidas, recordando que Él nació y vivió en una familia, otorgándole así un carácter sagrado.
Finalmente, al referirse al sentido de la Navidad, expresó que esta celebración evoca recuerdos, afectos y sonrisas compartidas entre generaciones.
“Agradeciendo a Dios hoy por el regalo de una familia cuya dignidad no debe ser pisoteada, tratemos de sacar fuerza y coraje de la fuente de la gracia de Dios que nunca se acaba y nunca se seca”, concluyó.