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Barcelona cae 3-1 ante el Dortmund, pero clasifica a semifinales de la Champions League

Los dirigidos por Hansi Flick perdieron en la revancha de los cuartos. Sin embargo, ganaron en el global gracias al 4-0 conseguido en España.

Lewandowski incomodó y forzó el autogol del Borussia Dortmund.
Deportes | El Día - MD | 2025-04-15 17:17:00

Sufrió más de la cuenta, pero el Barcelona ya está en semifinales de la Champions League. Llegaba con un 4-0 de ventaja en la ida y acabó pidiendo la hora en un partido que rozó el despropósito. El Borussia Dortmund, sin nada que perder, rozó el milagro al estar con dos goles de ventaja, pero el 3-1 no fue suficiente y se despidió del máximo torneo europeo a nivel clubes.

Flick no se permitió rotaciones excesivas y apostó por su once habitual con algunos matices: Araujo por el sancionado Iñigo Martínez, Gerard Martín por el lesionado Balde, y la sorprendente suplencia de Pedri. El Barça salió con la intención de controlar el balón, pero fue rápidamente devorado por el plan alemán: gol temprano o muerte.

Y el gol llegó. A los diez minutos, Szczesny cometió penalti y Guirassy lo transformó con una sutil ‘panenka’. El Signal Iduna Park se encendió y el Barça se apagó. Nervioso, impreciso, sin ideas ni pausa, el equipo catalán sufrió cada ataque local como una amenaza real. Un gol anulado por fuera de juego y un disparo de Adeyemi aumentaron el temblor.

Fermín fue el único que pareció sostener al equipo durante una primera parte errática. Aportó trabajo, ayudó en defensa y dio sentido a un centro del campo que no carburaba. Pero el descanso no serenó a los azulgranas. Al contrario: a los tres minutos del segundo tiempo, otro error defensivo tras un córner permitió a Guirassy marcar el segundo.

La angustia crecía, pero en una jugada aislada llegó el alivio: un centro de Fermín provocó un autogol de Bensebaini. El 2-1 daba aire, aunque el equipo seguía sin reaccionar. Flick recurrió entonces a Pedri, que le dio algo de orden al juego. El Barça respiró, pero solo un poco.

Araujo cometió otro error y permitió el 3-1, obra de Moukoko, que encendió la grada y las alarmas. Quedaba media hora de tensión. El Barsa, obligado a defender, sufrió hasta el final. Supo resistir. No fue brillante, ni siquiera digno de un equipo de semifinales. Pero aguantó.