
Lo que comenzó como una tarde relativamente tranquila en las oficinas del Real Madrid terminó convirtiéndose en una tormenta institucional. Aunque en un principio no se contemplaba presentar una queja formal por las recientes declaraciones de algunos árbitros, la indignación fue en aumento. Con el paso de las horas, y justo antes del entrenamiento y la rueda de prensa, el club dio un paso al frente: exigió el cambio del cuerpo arbitral designado para la final, con especial énfasis en González Fuertes, responsable del VAR.
La reacción de los aficionados, que no tardaron en mostrar su descontento en redes sociales, fue clave en la decisión del club blanco. La presión fue creciendo hasta el punto de que la entidad decidió formalizar su queja ante la Federación Española de Fútbol, asegurando que un árbitro que se expresa de esa manera sobre los protagonistas del partido no está en condiciones de impartir justicia.
La posibilidad de no presentarse a la final, aunque extrema, no está descartada por el club. "Creemos que alguien que ha opinado de forma tan clara sobre una de las partes, no puede dirigir el encuentro con imparcialidad", señalan fuentes cercanas a la directiva, en clara alusión a González Fuertes.
Por su parte, la Federación se mantiene firme y, por ahora, descarta cualquier cambio en la designación arbitral. Sin embargo, lo sucedido ya ha encendido las alarmas en el Comité Técnico de Árbitros. Todo indica que ni los vídeos de Real Madrid TV ni los comunicados provocadores de otros clubes en redes sociales servirán esta vez como atenuante. La tensión es máxima y la final, más incierta que nunca.